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Ética, desvergüenza y aritmética

Miércoles, 01 de Junio de 2011
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Que el sistema electoral en España, y en particular en Canarias, necesita de una revisión en profundidad es algo tan evidente que tal vez por eso los políticos y parlamentarios marean la perdiz pero ninguno está dispuesto a mover un dedo para resolver el gravísimo problema de manipulación y tergiversación de la voluntad popular. A muchos les va el sueldo, y pisar moqueta, si la cacareada reforma no cambia todo para que todo siga igual, al decir de Lampesusa. Tras las elecciones de mayo, un auténtico ERE se producirá en la empresa PSOE y sus distintas sucursales, como hace poco hubo otro en PP o en Convergencia, S.A. El hartazgo y el cabreo sordo de las personas normales y corrientes, de esas que llenan las filas del paro, va en creciente aumento. Cabe suponer que eso quisieron expresar con la menguada participación electoral o con el aumento tan significativo de las papeletas en blanco o nulas. Incluso ha habido quien ha puesto dentro del sobre una rodaja de chorizo, ¡toda una declaración de principios simple, clara y directa para todas las castas políticas, bandas de diverso pelaje al decir de algunos, que han gobernado desde hace varias decenas de años! Cada vez más el pueblo soberano se da cuenta que su participación en la política y en la toma de decisiones que le incumben no puede reducirse a esa convocatoria y a aplaudir en un mitin. Una pancarta en la Puerta del Sol madrileña decía: “Un polvo cada 4 años no es vida sexual, unas elecciones cada 4 años no es democracia”. Lo dicen de forma jacarandosa o grosera, pero no por ello menos certera. Y debieran tomar buena nota sus señorías. Ya han pasado las elecciones, pero ahora viene en algunos ayuntamientos, cabildos y comunidades autónomas otra gran burla a la voluntad popular: los pactos no sometidos a refrendo en una segunda vuelta. Si se acepta, por el momento, que el partido más votado es el que ha ganado las elecciones y por lo tanto debiera gobernar, las correcciones a la proporcionalidad en la representación introducidas por la Ley D’Hondt y las sumas aritméticas que siguen, pueden dar como resultado otra cosa bien distinta. Eso es lo que pudiera pasar en el Cabildo de Gran Canaria, por poner un ejemplo. Si el PP ha sido el partido más votado, duplicando en escaños y superando en un 18 % de papeletas al inmediato siguiente, pudiera quedarse sin gobernar o que intentándolo democráticamente le suceda lo mismo que a Carmelo Artiles, q.e.p.d., en el año 1991, cuando el PP, ICAN y CCN (¡Dios mío, otra vez el mismo perro, partido, pero con distinto collar!) se conjuraran en una moción de censura a los veintisiete días de iniciar el mandato para poner de presidente a Pedro Lezcano. Mucho más tarde el mismo poeta manifestó que lamentaba haberse dejado arrastrar por tamaña insensatez. Pero se hizo y se puede repetir. Esa situación podrá ser legal, pero a todas luces carece de ética y está repleta de desvergüenza por parte de los que la firmen. Entre pillos anda el juego, al fin y a la postre ellos se lo guisan, lo pactan, y ellos se lo comen, lo cobran y colocan a sus conmilitones. Y el pueblo soberano, a callar y obedecer. Por otro lado también es un decir que algún partido ha ganado las elecciones, cuando el que más “votos” ha recibido es la abstención, el voto nulo y el que se depositó en blanco. Otro gallo cantaría si el sistema electoral permitiera que este conjunto fuera tratado como un partido más en liza electoral y se le asignaran escaños en el reparto, que quedarían vacíos durante toda la legislatura para sonrojo, si es que eso en un político fuera posible. Por otro lado habría que tener en cuenta, siguiendo con el mismo ejemplo del Cabildo de Gran Canaria, que el PP ha obtenido, con datos sacados de un periódico, el 38.83 % de los votos a candidaturas. Como la abstención ha sido de 43,91 %, el porcentaje de votos realmente obtenido sobre el censo electoral ha sido del 21,77 %. O visto desde otra óptica, que sólo lo ha votado algo más de una de cada cinco personas. Y si esto ha pasado con el PP, el que más votos ha recibido, hacer los mismos números con el PSOE, NCa o la troika de los hoy amigos que hasta ayer mismo se descalificaban mutuamente CC-PNC-CCN, resultaría aún más deprimente. Aún así, osan hablar de que esa sería la voluntad popular y así legitimarse. Para terminar, otro botón de muestra, ahora en el terreno municipal, de la urgente necesidad de la revisión en profundidad de todo el sistema de representación política en España, no sólo en Canarias, que por su singularidad isleña es aún peor que en otras autonomías. Se ha estrenado un nuevo ayuntamiento en la isla de El Hierro: El Pinar. Es de suponer que ya tiene bandera, himno y escudo, pero lo que si es seguro que ya tiene nueve nuevos concejales a cobrar del presupuesto público municipal en tiempos de crisis económica, aunque evidentemente no para la casta política. Si se piensa en términos de representación, cabe señalar que el censo de El Pinar es de 1.063 electores y que con una abstención aproximada del 25 %, han logrado nueve representantes públicos para unos 750 votantes, menos personas de las que habitan en cualquier torre de cualquier pueblo grande en el archipiélago. Y aunque se trate del Cabildo Insular de Gran Canaria, contrasta y asombra el hecho de que el PCPC obtuviera 1.167 votos reales, el doble que todos los votantes del municipio herreño, pero logró cero consejeros. Y, visto lo visto, votado lo votado, mangoneado lo mangoneado, pactado lo pactado, ¿no es de pura lógica y de un sentido ético elemental que hay que reformar todo el sistema de representación política? ¿Y hay quien aún marea la perdiz hablando de tan sólo subir o bajar los topes para poder tener diputados o de la lista regional? ¿Listas, listos o listillos?
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