Canarias, como lugar turístico, no sólo atrae a visitantes que quieren pasarlo bien y disfrutar de sus vacaciones, sino que siempre se nos cuelan personas cuyo objetivo no es precisamente eso. Debo aclarar que siempre he defendido a aquellos extranjeros que entran en Canarias para contribuir con su trabajo honesto, con sus ideas y su disposición a incrementar nuestro desarrollo y bienestar. Con esto quiero recordar que los canarios siempre han sido emigrantes en otras tierras, unas más o menos afines a las nuestras, pero también otras donde han encontrado serias dificultades, debido al idioma o a costumbres y normas de convivencia tan diferentes a las que tenemos aquí. Pero, generalmente, el canario que emigra se adapta y se ha distinguido por su honradez y laboriosidad. Por desgracia, y dadas la pésima situación económica y social de las islas, y a nuestro escaso sistema productivo, los canarios tendremos que seguir emigrando (y si es posible, con una buena preparación) si queremos sobrevivir.
Dicho esto, nuestra sociedad demanda que no permanezcan entre nosotros personas que vienen exclusivamente a Canarias a delinquir, de muy variadas y sutiles formas. Es cierto que algunas de ellas se encuentran en la cárcel pagando por sus delitos, pero hay otras que campean a su aire por ahí, bien porque los delitos que cometen son menores, o están poco tempo encerrados, para luego volver a las andadas. Me parece muy bien que se respeten los derechos humanos, que se les apliquen las leyes que poseemos, etc. pero la persistencia de algún tipo de delito que ensombrece la imagen de nuestro destino turístico no es precisamente el reclamo adecuando para atraer clientela.
No quisiera herir susceptibilidades, ni que me tacharan de racista, porque no lo soy. Por ese mismo motivo no voy a citar las nacionalidades de los delincuentes que suelen vivir entre nosotros, aunque la policía sabe muy bien de donde provienen. Y además, en la mente de todos están también “las actividades” que realizan estos individuos. Hay una amplia gama de delitos (algunas muy bien organizadas y dirigidas por organizaciones criminales) que puede ir desde el tráfico de personas, trata de blancas, drogas, el blanqueo de dinero, hasta la “mendicidad” controlada, los asaltos, los robos, utilización de menores para robar (sabiendo que las leyes protegen a los menores), empleo de sicarios para ajustes de cuentas, etc. Desde hace años se repiten los robos a turistas en el mismo aeropuerto, o en las recepciones de sus hoteles, delante mismo de ellos. Una de las últimas modalidades es la de sustracción de cables de cobre, protagonizada tanto por delincuentes locales como foráneos. También es cierto que la delincuencia realizada por personas de nuestro país ha aumentado debido, principalmente, al incremento del paro. Algunos razonan así: o robas, o no comes,. O tienes que ir a Cáritas o cualquier otro centro benéfico para poder subsistir. Elemental y al ,ismo tiempo triste. Muy triste. Ahora se dan unas nuevas modalidades como el asalto (incluso con agresiones) a domicilios privados, o saqueos en fincas productivas. Pero tampoco es un secreto que existen además, los ladrones de guante blanco, cuello y corbata que se introducen en política para ver si rapiñan algo. Pero esa es otra historia.
Existen otras variantes y métodos que son nuevos en plaza, como, por ejemplo la introducción de mucamas en determinados domicilios, generalmente donde hay personas mayores o discapacitadas, se ganan la confianza y poco a poco van sustrayéndoles objetos de valor, dinero o a falsificar cheques. Conozco varios casos de estos. Luego desaparecen. Se van a sus países y vuelven otra vez. Afortunadamente, otras son descubiertas y van a prisión, pero en cuanto salen a la calle se dedican a esa misma actividad delictiva.
El más reciente caso de delincuencia doméstica fue en la calle Francisco Gourié, de Las Palmas, (edificio Masiega). La propietaria de uno de los pisos subía en el ascensor con otra persona que también iba dentro. La agredió causándole diversas lesiones y le robó el bolso que contenía dinero y documentos. La agresora era conocida de la casa y había trabajado en ella. En ese mismo edificio se produjo la falsificación de un cheque, realizado por otra sirviente extranjera, por el que percibió un elevada cantidad de euros..
Es importante la meritoria labor que realizan, tanto la guardia civil como la policía nacional, dentro de sus posibilidades y limitación de medios, para erradicar tal situación. Pero como la mayoría de los o las delincuentes son reincidentes, tanto la justicia como la policía, deberían expulsarlos del país e impedir que regresen de nuevo y que continúen haciendo daño. Que sean sus respectivos países quienes asuman la responsabilidad de redimir a sus delincuentes. Hay bastante indignación en la calle por estos continuos desmanes y porque no se toman medidas más drásticas para erradicar la delincuencia que parece inherente a determinados lugares turísticos, donde la mala hierba prolifera como los hongos después de las lluvias...
Recuerdo que La Habana (antes de la “revolución” comunista-castrista) se convirtió en un centro internacional de la mafia cuando el turismo era uno de los atractivos de la capital cubana. Eran los que mandaban en el país. La situación ahora ha variado poco: sigue existiendo el turismo sexual y además, los cubanos han perdido la libertad, aunque ha aumentado la pillería. El dominio de los grupos mafiosos es patente también en otras ciudades de Estados Unidos, como Las Vegas, o Atlantic City, por citar algunas.
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