Salarios: del cielo al suelo

Socialistas y populares se han puesto de acuerdo para bajar el sueldo y los humos al director general de la Radiotelevisión Canaria. Es verdad que el pobre Willy García no gana ni la mitad que un triste controlador aéreo, aunque con toda seguridad con su sueldo de 100.000 euros brutos (y bien brutos), si se dividiera entre diez podría dar de comer a otras tantas familias menesterosas y cuasi mileuristas. Lo del PSOE se entiende, pero el PP lo ha hecho por joder. Mientras estuvo gobernando con CC no se le ocurrió retirarle el sueldo ni un solo día de los tres años y medio en los que Soria y Paulino bailaron juntos la lambada. De hecho, los conservadores siguen manteniendo el sueldo de sus cargos de confianza en el ente, tanto en la tele como en la radio, muy bien pagados también para lo que hacen. De todo ello se colige que al PP le importa una higa en qué diantres se gasta el dinero público, el de todos: lo único que le interesa es recortar los emolumentos a los cargos puestos a dedo, siempre que no sean de los suyos. Puestos a recortar habría que seguir recortando los salarios, las dietas y las comisiones de esos políticos que ganan más que los vilipendiados controladores, aunque la gente no se rebele al unísono contra ellos como hace con los que dirigen el tráfico aéreo, entre otras cosas porque las putadas nos las ejecutan poco a poco, día a día, y no todas juntas en un solo puente festivo. Igual que los partidos políticos mayoritarios han aprobado la ilegalización de Batasuna, los sindicatos principales podrían hacer lo propio con la Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA), que puede denominarse de cualquier manera menos sindicato. Batasuna es más partido que USCA sindicato. Hay muchas maneras de ejercer el terrorismo de forma indiscriminada. Nos debería escandalizar y aterrorizar lo mismo el trabajo privilegiado del bello César Cabo que el sueldo de Bono, Pajín, Rajoy o De Cospedal. Los emolumentos de notarios y registradores de la propiedad son igualmente indecentes y sus trabajos bastante inútiles. Sin embargo, casi nadie protesta. Somos así de incoherentes. O de hipócritas, que es peor.