Informe PISA, Canarias por primera vez

Luis Balbuena Castellano (*)

Con el informe del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, cuyo acrónimo es PISA (que no tiene nada que ver con esa ciudad italiana, como más de “un informador” isleño ha dado a entender estos días) no se puede decir aquello de “ha venido y nadie sabe cómo” porque, desde que se inició en 1997, lo ha elaborado cada tres años. Y, en casi todas las ocasiones, con un importante impacto mediático. En esta ocasión, entre otras, incluye la novedad de la participación de Canarias, por primera vez, que puso las condiciones para que pudiera ser estudiada según esos criterios, lo cual es de agradecer porque nos permite tener información de ciertos aspectos relevantes de nuestro sistema educativo, realizado por un agente externo. Conviene aclarar que esta compleja evaluación internacional, no mide el nivel de conocimientos sino que evalúa el concepto de “competencia básica” que “tiene que ver con la capacidad de los estudiantes para extrapolar lo que han aprendido y aplicar sus conocimientos ante nuevas circunstancias y su relevancia para el aprendizaje a lo largo de la vida”, y se centran en tres dominios que ellos consideran principales: lectura, matemáticas y ciencias. Pero también aporta datos sobre la equidad en los sistemas educativos que, en cierto modo, permiten explicar algunos de los resultados. La situación de España apenas ha tenido variación en los estudios realizados hasta ahora, pues ha obtenido puntuaciones globales de 476 puntos en el año 2.000, y 485, 480 y 483 en los años sucesivos. En el informe de 2009, la relación de resultados promedio en comprensión lectora la encabeza Corea del Sur con 539 puntos, seguida de Finlandia, con 536. España se sitúa en el puesto 24 con 481 puntos. Canarias en el 31, de 40 evaluados. Pero, en mi opinión, es un dato clarificador el haber establecido seis niveles de rendimiento que van del 6 (el más alto) al 1. Pues bien, mientras como media en la OCDE, en los niveles 1 y 2 hay un 19%, en Canarias se llega al 33% y en el conjunto de España, un 20. Creo que todos los datos aportados deben servir para tomar medidas que mejoren el sistema. Se sabe que los cambios en educación son lentos pero nunca llegarán si no se empiezan, por ejemplo, a modificar los contenidos de las materias (en matemáticas es ya un clamor), si no se complementa la metodología tradicional de la clase magistral con la incorporación de talleres, trabajos en proyectos, o el uso efectivo de las nuevas tecnologías; si no se modifica de una vez por todas la formación inicial del profesorado y si no se sitúa la actualización de docentes como parte imprescindible de su rol profesional. En conclusión: si todo sigue igual, dentro de tres años volveremos a lamernos las heridas ante un sistema que no cicatriza las descubiertas en esta ocasión. Y esto es tarea de todos y lo podemos conseguir si hay una firme actitud de comprometernos. Es un reto que habrá que afrontar, y cuanto antes mejor.

(*) Licenciado en Ciencias Exactas, catedrático de Matemáticas, exconsejero de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Canarias. Escritor.