Los controladores

Lamentablemente viene siendo habitual que en tiempo de vacaciones aparezca alguna huelga que fastidie a miles de personas su legítimo deseo de pasar unos días de descanso alejados de la rutina diaria, pero lo ocurrido el pasado fin de semana con los controladores aéreos ha sido la gota que ha colmado el vaso. Se pueden hacer las cosas de muchas formas pero los controladores han optado por algo tan desproporcionado que sólo merece la más enérgica repulsa. Ganar unos sueldos de entre trescientos mil euros a casi un millón puede parecer una minucia si tus ambiciones son desmesuradas como parece ser en el caso de los controladores, pero para una persona normal puede suponer todo el dinero que va a ganar en su vida. Y no digamos nada para las personas que están pasando el duro trance de estar en el paro Ya sabemos que el trabajo de los controladores es importante y no debe ser menospreciado porque el despiste de unos minutos de uno de ellos puede suponer la muerte de centenares de personas pero también el despiste de un médico, por ejemplo, costar vidas. No se puede sustentar unos privilegios económicos en el hecho de que un fallo puede producir graves consecuencias. Cada profesión tiene un determinado grado de responsabilidad y lo que hay que hacer es cumplir adecuadamente con esa responsabilidad y no basarse en ella para creerse los más privilegiados del mundo. Un controlador alemán gana la tercera parte de un español y uno inglés la cuarta parte y por ello no se puede decir que tengan menos responsabilidad. Y hay que recordar que en un trabajo “normal” como puede ser un enfermero o un informático ganan en esos países casi el doble o el triple que en España. Jugar con el tráfico aéreo es jugar con la imagen de España, con las ilusiones de miles de personas, con la reputación de la industria turística y todo lo que va a su alrededor que da de comer a mucha gente en este país. Esta actitud es totalmente indefendible, irresponsable e intolerable porque se puede crear un peligroso precedente para cualquier colectivo “con el poder suficiente” que pretenda imponer por la fuerza, su forma de ver las cosas. Y si esta actitud irresponsable tiene una enorme repercusión, en Canarias adquiere proporciones dantescas porque nos deja, no sólo aislados, sino desprestigiados ante muchos turistas que puedan ver aquí un destino poco seguro y desviar su atención hacia otras zonas donde también pueden encontrar sol y playa que no están a merced de una especie de secta de privilegiados que hacen de su capa un sayo cada vez que quieren mantener unos privilegios insolidarios. Que se haya tenido que llegar a decretar el Estado de Alarma por primera vez en la Democracia es una vergüenza para todos pero, sobre todo, para los que no han sabido poner solución a tiempo. Hay cuestiones que no se solucionan con el “buen rollito” sino con la mano firme necesaria que impida a un grupo de personas insolidarias que se han pasado las leyes por el forro de sus caprichos, “secuestrar” a miles de personas en los aeropuertos dando muestras de un menosprecio absoluto al tiempo que hacer caer la imagen y credibilidad de este país.