Reinventar Playa del Inglés

Nuestro comercio y nuestro ocio necesitan publicitarse y nuestro turismo necesita la información de las ofertas. Para captar la atención del visitante, no es lo más adecuado que tramos de calles y zonas de tránsito peatonal estén tomadas por ejércitos de ticketeros -a menudo mal vestidos y con actitud negativa-, al acoso y abordaje del transeúnte, insistiendo en ofrecernos cosas que no nos interesan y que de interesarnos no nos damos por enterados ya que las formas de comunicárnoslas no son atractivas por inadecuadas. Otra cosa bien distinta sería una zona festiva e iluminada, con casetas de información decoradas y ambientadas adecuadamente. Unos informadores/RRPP atractivos y ataviados con intención; el Folklore, la Salsa, el Rock o el Cabaret, tienen sus estéticas que bien conoce un pueblo acostumbrado al Carnaval; ¿Qué nos cuesta darle este sentido a la publicidad del ocio?. Otro gallo nos cantaría si el paseo por la fachada del Templo Ecuménico -como ejemplo de lugar afectado-, estuviera ambientado con Clowns, cuerpos bronceados, caras sonrientes, Drag Queens y niñas "fashion" en patines. Si en vez de ofrecer tickets y folletos, la propaganda estuviera impresa en piruletas, globos, cerillas, viseras, mapas, ceniceros de playa, abanicos, gorras_ El transeúnte sonreiría y aceptaría el presente y de ser de su interés la oferta, se acercaría de motu proprio al Stand o caseta para informarse de contenidos, precios u horarios. El turista es el más interesado en saber donde, como y cuando sucede aquello que busca, aquello que le interesa, sin embargo con los sistemas que se están utilizando aquí, propiciados y agravados por la caótica y amontonada ubicación de los locales, muchos turistas se van desencantados sin haber descubierto aquel pub o aquella tienda que les hubiera gustado y que seguro existe, quizás en un recodo de un pasillo o en un sótano al que ni se le ha ocurrido entrar, y que decenas de ticketeros con aspecto de delincuente no han podido ni sabido atraerle ya que en un par de días el visitante a aprendido a evitarlos y obviarlos por completo, incluso a dar tremendos rodeos para no cruzarse con ellos. Es competencia municipal regular y facilitar la labor propagandística. Es competencia de comunidades y asociaciones velar por la imagen y cuidar cada recinto y su entorno. Es competencia de cada comerciante, saber ofrecer su producto y marcar la diferencia para destacar . De un libro que versa sobre comunicación y publicidad he extraído estas máximas que son perfectamente aplicables al fenómeno ticketero que infecta nuestras calles: Confusión y dispersión de ofertas que nos rodean, mensajes que se paralizan por su petulancia, por su insistencia en comunicarnos cosas que no nos interesan y que nos dan a conocer en forma inadecuada. Del libro "El Arte como oficio", capítulo sobre publicidad. Autor Bruno Munari, creador, proyectista, estilista y publicitario. Y continua explicándonos, resumiendo, que hacer difusión en donde lo hacen todos, provoca caos informativo y hacerlo en un formato generalizado, provoca confusión; el acoso, abordaje, y "spam" producen rechazo; la insistencia en comunicarnos y ofrecernos cosas que no nos interesan llevan a resultados contrarios a lo que se pretende. No provoca atracción lo que se nos da a conocer de forma inadecuada, aunque en principio sea algo que nos interesa.