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Luto aquí, alegría allá

Lunes, 07 de Julio de 2008
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El pasado sábado, 29 de junio, fallecía en Las Palmas de Gran Canaria la profesora María Rosa Sánchez López. Era una persona quizás no excesivamente conocida o reconocida por su aspecto físico cuando paseaba por las calles de cualquiera de las islas del Archipiélago, pero cuya inconfundible voz ha llenado los hogares de tal vez algunos cientos de miles de canarios desde el Faro de Orchilla a La Graciosa, desde humildes campesinos o pescadores hasta conocidos políticos. Tuvo el gran mérito de ser una de las tres maestras y de los tres maestros que, dirigidos por el jesuita Padre Villén, iniciaron la grandísima obra cultural Radio ECCA, que por entonces sólo era un sueño y hoy es una gran multinacional canaria de la educación. Mari Sánchez junto con Antonio Torres, su pareja radiofónica desde los años 1964 y durante muchos años más, empezaron diseñando y editando ellos mismos los materiales didácticos necesarios para el aprendizaje de la lectura y de la escritura, esquemas les denominaban con toda la razón por su aparente simplicidad. Aquellos cursos de alfabetización se llamaban por entonces Grado A, B, C, etc., y hoy han sido rebautizados como Palabras 1 y 2.  Preparaban ellos mismos los clichés e imprimían los esquemas en aquellas maquinas offset de manivela, alcohol, sudor y tinta, similares a las legendarias “vietnamitas” de la clandestinidad.  La realización de ese milagro educativo sólo fue posible gracias a la vocación y al entusiasmo que nunca les faltó a ese puñado de pioneros entre los cuales brillaba con luz propia Mari Sánchez. Mucho le deben una gran cantidad de canarios al esfuerzo, dedicación y entrega incondicional de ese grupo de maestros.  Aunque Mari estaba muy orgullosa de su trabajo y de su aportación al desarrollo intelectual de nuestra gente, era consciente de la importancia de tener unos sólidos cimientos para construir el edificio, no era persona dada a figurar y prefería pasar desapercibida.   Nunca le faltó la sonrisa en la cara y la palabra amable y cariñosa para sus compañeros de trabajo y para sus alumnos. Así se supo ganar el respeto y la admiración serena de todos los que tuvimos el grandísimo privilegio de conocerla y tratarla personalmente y también la de todos aquellos que esperaban cada día la hora de sentirla cerca, con su presencia radiofónica que sentían muy real, haciéndole un hueco en aquel rinconcito del hogar elegido como aula de estudio, una vez preparados el transistor, los esquemas para la clase, el lápiz y la goma de borrar. De sus admirables cualidades humanas, como persona, dan fe sus amigos. Y de las que adornaban a Mari como esposa y madre lo confirman Salvador, su marido, y Rosi, su hija, ambos destacados y apreciados miembros de la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria.  Les deseo a ambos de todo corazón que la grandeza de su recuerdo y el cariño que sembró en todos, les ayude a sobrellevar su ausencia.   Sin la menor duda, fue una gran señora y una excelente persona. De las cualidades profesionales de Mari Sánchez sólo cabe decir, ni más mi menos, que fue una gran Maestra, de las de antes, que además de enseñar a leer y a escribir, transmitía confianza y fe en el futuro a sus alumnos.  Sin duda, dejó en sus discípulos un caluroso recuerdo y una huella imborrable.  Como reconocimiento su gran labor el Ministerio de Educación le otorgó la Cruz Alfonso X el Sabio.  Por esto también tenía el tratamiento de Ilustrísima Señora, que bien a las claras se ganó con su esfuerzo, nadie le regaló nada. Y como el oficio del magisterio nunca se pierde, sobre todo cuando además de una profesión es una vocación, estoy seguro que allá en el cielo habrá congregado a los angelitos más jóvenes en alguna nube blanca, por encima de la panza de burro de Las Canteras y como en un divertido juego les estará invitando a juntar algunas letras: la “a” con la “eme”, después la “o” y la “erre”.  Ahora leamos juntos la palabra, señores alumnos del grado infinito, ¿qué dice? AMOR, ¡muy bien!
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