La educación como prioridad

En un interesante informe de la UNESCO sobre las perspectivas de la Educación para el siglo XXI, dirigido por Jacques Delors, se señala que ésta “constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social”. El informe, titulado ‘La educación encierra un tesoro’, afirma que hablar del hecho educativo es hacerlo sobre una de las vías más relevantes al servicio de un desarrollo humano más armonioso y de la erradicación de la pobreza y las desigualdades sociales. En nuestro caso, el de Canarias, podemos apreciar también como la educación ha contribuido al avance y desarrollo de esta tierra. No están tan lejos los tiempos en que buena parte de la población era analfabeta y en los que una exigua minoría accedía a los estudios superiores. Ha sido un pesado lastre que hemos arrastrado durante siglos y que sólo en las últimas décadas hemos comenzado a superar. Una sociedad democrática que se precie debe tener en la educación uno de sus principales pilares. Ello exige, desde luego, un firme compromiso de los gobiernos, pero también una extendida conciencia social de que la educación es una prioridad y que lejos de ser entendida como coste, debe ser asumida como una inversión de futuro. Transformación La educación canaria experimenta una positiva transformación, multiplicando sus recursos, tras la asunción de las competencias por la Comunidad en la primera mitad de los años ochenta, una de las primeras medidas del incipiente autogobierno, como más tarde ocurriría en sanidad en la segunda mitad de los noventa. La situación de partida era un auténtico desastre: centros saturados y desdoblados, plantillas docentes insuficientes, bajos niveles de escolarización… Y en pocos años se desarrolló una ingente tarea destinada a contar con una red de centros suficiente que permitiera una escolarización digna en los entonces 87 municipios canarios. Con un paralelo esfuerzo en materia de personal para poder disponer de plantillas adecuadas a nuestras necesidades. Pese a que aún no hemos alcanzado los parámetros europeos medios en formación de nuestras jóvenes generaciones, no es menos cierto que los últimos veinticinco años han supuesto una etapa de importantes avances, incrementando notablemente el porcentaje de titulados universitarios y aumentando los niveles educativos del conjunto de la población, aunque persistan lacras como el abandono temprano o tasas de éxito escolar claramente insuficientes. El factor humano, la formación de sus hombres y mujeres, constituye una de las claves del presente y futuro de Canarias. Por ello, considero imprescindible que la Educación sea, de verdad, una prioridad social y política en nuestra tierra. La sociedad canaria en su conjunto ha de hacer prevalecer ese principio básico para superar las actuales dificultades e iniciar una senda de pleno compromiso con la calidad educativa. Una senda que supone avanzar en múltiples aspectos. Entre ellos, el conocimiento de idiomas y de las nuevas tecnologías; la vinculación de la formación con el empleo; el fomento de la participación democrática de las familias en los centros educativos; la mejora de las instalaciones y recursos, y su apertura a los barrios; el aumento de los equipos multidisciplinares de especialistas y de apoyos; o el refuerzo en la prevención de la violencia y de la conflictividad escolar. Asimismo, supone impulsar un modelo de escuela inclusiva y promotora de una igualdad de oportunidades real, que incremente los niveles de formación y el éxito escolar para toda la ciudadanía, especialmente en la enseñanza obligatoria. Para ello es clave una apuesta coherente y firme, con recursos, por la Atención a la Diversidad (darle a cada alumno lo que precisa para avanzar). Como he señalado en otras ocasiones, no hay igualdad de oportunidades si no se compensan las desigualdades. Y sin olvidar otros aspectos fundamentales, como la apuesta por la formación integral del alumnado, lo que exige una educación comprometida, con prioridad para los valores, que forme ciudadanos y ciudadanas responsables y críticos. E, igualmente, poner como prioridad la tarea de  prestigiar, dignificar y apoyar socialmente el papel del profesorado en la educación, incentivando y divulgando las buenas prácticas profesionales y de los centros, mejorando sus condiciones laborales y salariales, y desarrollando un Plan de formación inicial y permanente. Defendiendo, asimismo, un modelo de Universidad comprometida con el desarrollo social, cultural, educativo y económico de Canarias, convergente con el Espacio Europeo de la Educación Superior y la investigación. Pacto por la Educación Creo que esos y otros objetivos deben formar parte de un Pacto Canario por la Educación, consensuado entre todos los sectores implicados en el sistema educativo, y que debe ser respaldado por el Parlamento de Canarias, de forma que la Educación quede al margen de los vaivenes políticos. Canarias cuenta con competencias e instituciones para hacerlo. El actual debate en la Mesa por la Calidad Educativa debiera contribuir a trabajar en esa línea, desde la activa implicación de todos: docentes, padres y madres, alumnado y Administración, correspondiendo a esta última la responsabilidad máxima de sacar a la Educación del actual conflicto que lo neblina todo, de liderar la apuesta por la cultura de la calidad y, también, y en consecuencia, de reorientar los Presupuestos de la Comunidad Canaria para que se visualice que la Educación vuelve a ser una prioridad. Román Rodríguez es presidente de Nueva Canarias.