La dialéctica barriobajera que hemos observado en los últimos plenos parlamentarios que se han celebrado en la sede del Gobierno Autónomo, han sido propiciados por la demagogia insultante de Juan Fernando López Aguilar, el cual desconoce la ética política más esencial. Desde que es diputado de nuestro parlamento, el mismo se ha convertido en un nido de grillos, donde de manera contumaz e impertinente quiere someter a la Cámara con sus propios criterios, utilizando para ello una serie de argucias que no tienen el más mínimo sentido común.
Sube al estrado y se dedica a criticar cuanto se hace en Canarias mintiendo descaradamente y faltando al respeto, obviando el reglamento cameral. El día del debate sobre el Estado de la Nacionalidad Canaria, se topó con un presidente del Parlamento torpe y falto de la energía suficiente para expulsarlo de la cámara, ya que sus exposiciones fueron hartamente ofensivas e indignas de alguien que se autodenomina conocedor y practicante de tan noble arte. La inicuidad política de Juan Fernando López Aguilar a pesar de haber sido ministro, es algo que todos los españoles conocemos, solo le reviste el protagonismo más irreverente, lo que le hace caer con bastante frecuencia en esa forma tan ambigua de hacer política, lo que no beneficia en nada al pueblo, que le ve como un ser irracional, iracundo e inadecuado.
Es muy posible que sus conocidas carencias políticas las quiera ocultar, con esta estulta forma de comportarse. Su incorporación como parlamentario al foro institucional canario, como un simple diputado al no alcanzar la presidencia de la misma tan ansiada por él, hizo que su comportamiento se convirtiera en un verdadero rosario de descalificaciones y agravios hacía el grupo de gobierno, lo que motivo que el encanallamiento se instalara de una manera ignominiosa en el Parlamento Canario. Su retorno a Madrid como diputado nacional, significara que la tranquilidad y el sosiego vuelvan imperar en nuestra Cámara, después de nueve o diez meses donde la acritud impuesta por tan denostado personaje hizo que temblara hasta las estructuras de tan noble recinto.
Juan Fernando López Aguilar, se limitó desde su escaño a criticar y a vituperiar cuantas propuestas se llevaban a cabo por los gobernantes de las islas, que se sepa jamás aporto soluciones a cuanto desde su punto de vista no era lo más correcto para la gobernabilidad del archipiélago, sus alocuciones era banales y faltas de contenidos, observándose en las mismas el odio más exacerbado a todo lo canario. Los habitantes de Canarias, desde mi punto de vista, bastantes masoquistas, le otorgaron su confianza en la generales de Marzo, sin pararse a pensar, que esta persona no es la más indicada para defender los intereses de Canarias en Madrid.
Su "valentía" era tal que llego incluso a amenazar con boicotear el Estatuto Canario, motivado por el enorme berrinche que se llevo al no conseguir ser presidente del Gobierno Canario. No busquemos responsables donde no los hay, y señalemos con el dedo bien extendido como único culpable de cuanto ha sucedido en nuestro parlamento, en este periodo de tiempo a Juan Fernando López Aguilar, único responsable de cuanto aconteció en nuestra sede parlamentaria, dado su comportamiento políticamente estrafalario y totalmente inadecuado.







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