El tratamiento del cáncer de próstata en estadios precoces permite garantizar la curación de la práctica totalidad de los afectados y reduce sensiblemente los efectos secundarios más comunes derivados de la terapia, como la disfunción eréctil y la incontinencia urinaria, afirma el urólogo José Gregorio Pérez Andreu.
En coincidencia con el Día Mundial del Cáncer de Próstata, que se celebra mañana, Pérez Andreu, del Hospital Parque, insiste en la necesidad de que la población masculina tome conciencia de la importancia de someterse a revisiones anuales a partir de los 40 años para diagnosticar precozmente esta patología que, matiza, representa un riesgo importante, ya que solo presenta sintomatología en estadios más avanzados.
Por ello, destaca en un comunicado del centro sanitario privado, las revisiones son la única herramienta eficaz para poder abordar un tumor que es el primero en incidencia en varones, que ocupa el segundo lugar en mortalidad en dicho colectiva y que anualmente se diagnostican unos 1.600 nuevos casos al año en Canarias.
El urólogo de Hospital Parque explica que, aunque se trata de unos de los cánceres con mejor pronóstico si se detecta a tiempo, los tratamientos que se aplican suelen generar secuelas que pueden repercutir en el desarrollo de la vida del paciente.
Una de las más comunes es la disfunción eréctil, que afecta a cerca del 60% de los pacientes sometidos a cirugía y al 40% de los que reciben radioterapia.
La incontinencia urinaria es otro de los problemas añadidos, con índices que pueden llegar al 10% de media de los pacientes cuando se realiza un tratamiento quirúrgico y en torno al 15% en el caso de los sometidos a radioterapia.
José Gregorio Pérez Abreu insiste en que el tratamiento del tumor en estadios precoces es menos agresivo y reduce sensiblemente la aparición de dichas secuelas, al mismo tiempo que mejora las expectativas de curación del paciente.
Añade que las revisiones juegan un papel clave para mejorar los resultados.
Para ello, se lleva a cabo un tacto rectal, acompañado de un análisis de sangre para determinar el antígeno prostático específico (PSA) y en algunos casos se incluye también una ecografía y en caso de sospechas se lleva a cabo una biopsia prostática.
En el caso de que se diagnostique un tumor se incluyen otras pruebas como la resonancia magnética, TAC o gammagrafía para valorar el grado de extensión de la enfermedad.
El tratamiento de los tumores se lleva a cabo mediante cirugía si se limita a la próstata y en los casos más avanzados o agresivos se recurre también a la radioterapia y en aquellos casos en los que se detecta metástasis se emplea terapia hormonal.
Por otro lado, explica Pérez Abreu , ante la presencia de tumores de muy bajo riesgo se realiza una vigilancia activa, con controles periódicos a través de PSA, tacto rectal, biopsias y resonancia magnética para controlar su evolución.







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