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El palmeral de Fataga se recupera

Sábado, 29 de Diciembre de 2007
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Las lluvias de la semana pasada han contribuido a la recuperación de las zonas quemadas por el incendio forestal que asoló buena parte de las medianías del sur de Gran Canaria en verano. Los efectos benéficos del agua son visibles en núcleos rurales como Fataga, en donde la acción combinada de los grupos de voluntarios ha propiciado que el campo comience a recuperar el esplendor verde de antaño. 2008-01-05_img_2007-12-29_22-30-21_gc2.jpgM. REYES / SAN BARTOLOME DE TIRAJANA.- Y es que las hojas verdes de las palmeras empiezan a imponerse sobre el rastro negro del fuego, que todavía es visible en los troncos de los ejemplares alcanzados por las llamas, muchos de ellos situados al borde mismo de la carretera. Precisamente son esos ejemplares los que demuestran la existencia de un proceso en ciernes de regeneración, pues las podas realizadas por los expertos han despejado el camino para que la naturaleza haga su trabajo y los cogollos de los árboles vuelvan a brotar. Esto también ocurre con otras especies que ya fueron plantadas específicamente para reforestar el terreno calcinado, entre las que destacan los pinos, los almendros, las sabinas o los acebuches. La iniciativa la llevó a cabo la Fundación Canaria para la Reforestación (Foresta) y es ahora cuando comienza a dar los primeros frutos, pues esas 800 plantas distribuidas entre Chira y Morro Santiago han echado raíces. Además, gracias a las precipitaciones serenas de las últimas semanas, los ejemplares han alcanzado el tamaño suficiente para afrontar con éxito el invierno, según el gerente del colectivo, Sergio Armas. Lo que todavía falta por comprobar es el resultado de los trabajos ejecutados en el cauce del barranco de Fataga, en donde se construyeron cuatro represas grandes y otras diez más pequeñas, con la intención de sujetar el terreno y evitar que el agua corriera sobre la capa de ceniza sin mezclarse con los sustratos de la tierra. En cualquier caso, las lluvias no han sido torrenciales ni han provocado escorrentías para arrastrar en masa las cenizas. De ahí que el agua haya favorecido la germinación de las semillas al empapar el suelo sin arrasar el sustrato sobre el que se asientan, que era el objetivo perseguido con la creación de esos diques naturales de contención. La vegetación comienza a salir.
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