Gran Hermano: Morbo más que guionizado
Un año más, y ya van quince, volvemos a presenciar ese bochornoso espectáculo catódico llamado Gran Hermano
Un año más, y ya van quince, volvemos a presenciar ese bochornoso
espectáculo catódico llamado Gran Hermano, una suerte de invento
sociológico como lo denominó Mercedes Milá, pero que no es otra cosa que
una invitación a que todos se pongan los cuernos con todos, a que salgan a
flote las mayores miserias humanas y todo ello a cambio de ganar unas
decenas de miles de euros, hacerse unos photo-call en los que desfilan
cuatro pedorrillas y, con un poco de suerte, ser llamados a los platós más
suculentos, sobre todo el del ‘Sálvame Deluxe’, especialmente si lleva de
extra el ansiado polígrafo.
En esta ocasión, estamos viendo cómo las relaciones de pareja tienen menos
solidez que un castillo de naipes. La historia es la siguiente, en la casa
se enrollan una tal Paula y un tal Omar. Hasta aquí todo correcto, ya que
suele ser la norma habitual, que en todas las ediciones salga una pareja.
Lo que ya deja ver que hay gato encerrado es que nada más prometerse estos
dos tortolitos amor eterno, va el programa y mete a una nueva concursante,
una tal Lucía que, fíjense ustedes, resulta que era la ex novia de Omar.
Una de dos, o los del casting tienen mucha puntería o todo esto estaba más
que preparado. El caso es que fue entrar esta última señorita y tal Omar
mandó a tomar por donde amargan los pepinos a Paula. Veremos a ver hasta
cuándo.
Algunos, Mercedes Milá entre ellos, quieren seguir convenciéndome que esto
es un experimento sociológico, que aquí se ve la vida misma, que esto es la
realidad televisada, pero que durante 24 horas al día y varias semanas
encerrados en la Casa de Guadalix no se puede estar fingiendo ni haciendo
postureos de cara a la galería. Sinceramente, yo no me lo trago. Aquí está
todo guionizado y más que guionizado. Lo único que concedo es que los
productores pueden tener preparados dos o tres finales alternativas en
función de la consistencia de alguno de los concursantes, pero aquí, e
invito a que alguien me demuestre lo contrario, cada uno ya sabe muy bien
cuál es su papel y cómo lo debe desarrollar.
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.








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