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Viviendo en San Borondón

Los nuevos Mercados Municipales

JOSÉ F. FERNÁNDEZ BELDA Domingo, 31 de Agosto de 2014 Tiempo de lectura:

Ya se sabe que no hay peor astilla que la del mismo palo, además de la envidia nacional.

Ahora que de nuevo han puesto en la picota la libertad de comercio, de iniciativa empresarial y de horarios comerciales aquellos que, en principio, estarían llamados a defenderla, hay que destacar el enorme esfuerzo de modernización de la oferta que están haciendo algunos empresarios en los Mercados Municipales de Canarias.  Y hay que decir en honor a la verdad, que lo hacen venciendo fuertes resistencias de todo tipo, pero en especial y más virulentas las que proceden de los propios concesionarios de los puestos en esos mismos mercados.  Ya se sabe que no hay peor astilla que la del mismo palo, además de la envidia nacional.

Precisamente por tratarse de edificios de propiedad pública, es de los pocos casos en los que el ayuntamiento y el Gobierno de Canarias, por elevación y armonización de criterios, podrían impulsar un plan de modernización que no se quede en papeles y más papeles, sino que, como dice el socarrón refrán, “más jase-jase y menos jabla-jabla”.  Pero difícil lo tienen estos empresarios con visión de futuro, cuando el propio Director General de Comercio, Gustavo Matos (PSOE), se disculpó ante los que se oponen a las aperturas dominicales de tres áreas comerciales en Las Palmas de Gran Canaria, poniendo paños calientes y culpando al alcalde de la capital de su decisión.  Proclamó que lo hace contra su voluntad y que eso no significa que “el Gobierno de Canarias esté de acuerdo con ellas”.  Curiosa forma de argumentar lo que él mismo contradice en el BOC y que podría aplicar, por las mismísimas razones, a la oposición pauliniana, algunos dirían “pavloviana” sobre el asunto petrolero de marras.  No consta que Matos se disculpara a lágrima viva, aunque casi, no vaya a ser que pierda votos.

Es algo evidente que el formato de los puestos y los horarios decimonónicos en los mercados municipales están obsoletos.  No cubren las demandas de una parte creciente de los clientes, que van perdiendo en un goteo diario.  Los entornos de esos edificios llaman a la nostalgia y al deambular de personajes pintorescos o marginados, pero no invitan a visitarlos y comprar en ellos.  Menos aún cuando en su entorno se han establecidos modernos y relucientes autoservicios y supermercados con mejores precios, más variedad y mejor servicio.  Por mucho que los puesteros argumenten lo bueno del servicio personalizado, muchos preferimos el autoservicio a que, con más frecuencia de la razonable, algunos “espabilados” nos metan gato por liebre. En esa libertad del cliente está, básicamente, el éxito de los supermercados y de las antiguas tiendas de aceite y vinagre reformadas y transformadas en autoservicios.

El ejemplo del Mercado del Puerto debiera servir de pauta a seguir por parte de los otros.  Además de los renovados puestos tradicionales, una creciente oferta de hostelería le ha dado oxígeno a un agonizante espacio interior y exterior, atrayendo un amplio abanico de clientes que, de otra forma, ni se les ocurriría transitar por sus alrededores, menos a determinadas horas. Es el tipo de transformación que ha hecho singulares el Mercado de San Miguel en Madrid, la Boquería en Barcelona, el Coven Garden o el Borough Marquet en Londres, etc.

Esa reforma lenta pero imparable, también se ha iniciado en el Mercado de Vegueta. Se ha montado una interesante, aunque de momento escasa, oferta hostelera de restauración, tapas y picoteos, además de vender sus propios productos.  La lucha está en ampliar los horarios de apertura para adaptarlos a la nueva clientela.  Hay que tener en cuenta, comentaba un empresario con iniciativa y visión de futuro, que las personas de bajo poder adquisitivo optan por las ofertas del día en supermercados y las de mayor capacidad de compra están trabajando a las horas de mercado. Precisamente por eso son de mayor poder adquisitivo.  Para los empresarios, es prioritario y vital renovarse.   A los otros les basta con vegetar y no morir.

En resumen, es una muy interesante iniciativa para dar vida nueva a los decadentes mercados municipales, viejas glorias de otros tiempos, a la que deberían sumarse muchos más puestos y muchos más mercados en otros municipios de Canarias. 

Lo que no acabo de entender, y lo planteo como sugerencia de viajero y observador, es el por qué aún no se ha instalado vistosas zumerías en las cuatro esquinas de cada mercado, como se ha hecho, por ejemplo, en Mesa y López.  Es un tipo de negocio que en los mercados de esos mundos de Dios, suelen tener mucho éxito, en especial entre visitantes y turistas, sobre todo cuando los ofrecen a un precio razonable.  Por cierto, eso lo saben muy bien sus señorías parlamentarias en Santa Cruz de Tenerife cuando, al menos hace unos años, se escapaban un ratito a reponer fuerzas a una zumería cercana al Parlamento, llamada Viva María.  Y los que la hemos visitado con asiduidad, con placentero recuerdo, repetimos: ¡Viva María!

Otro empresario grancanario comentaba, hablando de los numerosos turistas que gustan visitar los mercados de abastos, que los turistas compran sobre todo frutas y que si además se las ofrecen en forma de atractivos zumos o batidos, mucho mejor.  “Hay colegas que aún piensan que los turistas les van a comprar una sama o un filete en su visita a LPGC. Con suerte eso lo harían si pernoctaran en un apartamento, el mercado estuviera en el Sur y les apeteciera cocinar”, añadía en un razonamiento, a mi entender, impecable y difícilmente rebatible.   Aunque, sin la menor duda, “hay gente pa'to”, también entre los turistas.

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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