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Viviendo en San Borondón

Medias verdades, conclusiones falsas

JOSÉ F. FERNÁNDEZ BELDA Domingo, 24 de Agosto de 2014 Tiempo de lectura:

Ahora que la polémica sobre el BIC del Oasis de Maspalomas parece haberse tomado las mismas vacaciones de las que disfrutan los políticos, puede ser un buen momento para hacer unas reflexiones al respecto algo distantes del ruido mediático electoralista e interesado.

Ahora que la polémica sobre el BIC del Oasis de Maspalomas parece haberse tomado las mismas vacaciones de las que disfrutan los políticos, puede ser un buen momento para hacer unas reflexiones al respecto algo distantes del ruido mediático electoralista e interesado.  Como es ya sabido, la Consejería de Cultura del Gobierno de Canarias no aprobó las consideraciones que incluye el extraño y contradictorio expediente instruido por el Cabildo de Gran Canaria.

Sorprende la ligereza con la que el Cabildo se rasga las vestiduras, cuando desde el principio ha pretendido, como mínimo, disimular el alcance del BIC.  Aunque lo tramitó por el departamento de cultura para ser declarado “sitio histórico”, en declaraciones públicas de unos y otros, se decía que lo presentaban para proteger el Palmeral por razones medioambientales, en cuyo caso hubiera sido competencia de Medio Ambiente y el razonamiento habría sido muy distinto, probablemente con mejor fortuna final, aunque hubiera afectado a un área territorial mucho más amplia que la relacionada sólo con RIU.

Todo este cúmulo de medias verdades y declaraciones ambiguas, por no decir claramente mendaces, hechas para consumo demagógico, victimista y populista de los grancanarios, ha generado frustración ciudadana a la vez que ha avivado aspectos del adormecido pleito insular.  Reputados intelectuales, como es el caso del admirado Pepe Dámaso, han declarado a la prensa que había que proteger el Palmeral por su valor medioambiental, paisajístico y como recurso de interés turístico.  Sin sombra de duda, ese llamamiento medioambientalista de nuestro artista universal, como en su día hizo lo propio en Lanzarote César Manrique, está pletórico de amor, sentido común y de razón, cosas que en los políticos no suelen coexistir.

El expediente y los celebérrimos seis informes en los que se apoyó el Cabildo, están cargados de razones históricas sobre la visita de Colón a esos pagos.  Pero lo que ya resulta una pura especulación carente de base, y para algunos expertos hasta fuera de sentido, es que fuera precisamente en ese palmeral, y sólo allí, por donde Cristóbal Colón se dio un paseo.  Si se aceptaran los argumentos del Cabildo en su plena integridad, toda la zona desde Juan Grande a  casi Pasito Blanco, incluyendo Meloneras, debiera ser declarado Bien de Interés Cultural y tener sus consecuencias en el planeamiento urbanístico de casi todo el  sur grancanario.

El Gobierno de Canarias alega que el sitio “no alberga ningún vínculo palpable con la visita de Colón”, al margen de que hubiera o no estado, cuestión histórica sobre la que los políticos debieran mantener alejadas sus zarpas demagógicas para remover sentimientos populares. “Una cosa es reconocer la importancia histórica del almirante Cristóbal Colón, y otra cosa diferente es trasladar ese dato, con el hecho del fondeo de las naves con toda probabilidad en la Bahía de Meloneras, dada la inexistencia de muelle”, prosigue el razonamiento del que se deduce que con medias verdades no se pueden extraer certezas y sacar conclusiones falsas.

Si fuera cierto que la historia y la ecología le interesaran al Cabildo, al menos en este caso, hubiera incluido también el área de Meloneras donde hubo un poblado aborigen, reducido hoy a un “apartamentito” en el que el Faycan de Telde se tomaba sus vacaciones sureñas.  Tampoco permitiría el lamentable abandono del Palmeral junto a la estación de guaguas del Faro, incluso desde hace años sin una valla protectora que evite accidentes.  Y es que obras son amores y el resto, filfa.  O lo que es aún más dramático, levantar la sospecha de que en Canarias se legisla para favorecer a unos y perjudicar alevosamente a otros. ¡Santo Dios!

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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