Los diez años del Banco de Alimentos
El Banco de Alimentos de Las Palmas es la consecuencia de la fe en una idea de servicio a los demás
El décimo aniversario del Banco de Alimentos de Las Palmas es un hecho importante por lo que significa la permanencia en el tiempo de un problema, como es la carencia de alimentos, que ha ido a más, y la capacidad de respuesta que se ha tenido para contribuir a la solución de ese problema.
Cuando hace diez años el reducido número de voluntarios que constituían el Banco de Alimentos de Las Palmas se puso en marcha con la ilusión de ayudar con el reparto gratuito de alimentos a las personas necesitadas, quizá no preveían la repercusión social que se iba a lograr al cabo de estos años.
Como toda labor que empieza, en el primer equipo que configuró este Banco había una ilusión solidaria que tenía mucho de aventura. Esa ilusión se ha convertido en una realidad incuestionable que forma parte por derecho propio de las mejores experiencias solidarias en cuanto a su repercusión social y ha supuesto demostrar cómo se puede hacer del voluntariado un instrumento importante de servicio público y de participación social.
El Banco de Alimentos de Las Palmas es la consecuencia de la fe en una idea de servicio a los demás. Una fe inicial que ha prendido rápidamente en otras personas que aportan su apoyo personal, económico y profesional para que lo que parecía una quimera fuera tomando cuerpo poco a poco.
No sólo ha sido esa fe en una idea la que ha permitido que este Banco de Alimentos haya sobrevivido más allá de aquella idea inicial; ha sido el coraje y la lucha de su defensa a cargo de todos los voluntarios que han trabajado y trabajan en él lo que ha permitido solventar mil y una vicisitudes.
Pero si importante ha sido ese coraje y esa lucha, no menos lo ha sido el entusiasmo de todas cuantas personas solidarias han contribuido con la donación de alimentos. Se puede afirmar, sin ningún género de dudas, que son la gran cantidad de ciudadanos solidarios los que dan vida y empujan a esta organización sin ánimo de lucro.
Por ellos y por las miles de personas que necesitan alimentos, es preciso seguir luchando por la idea, es necesario no caer en la rutina, en triunfalismos absurdos y mucho menos en protagonismos estériles. Hay que seguir confiando en el trabajo en equipo, hay que seguir perfeccionando las técnicas de comunicación, hay que sentir la misma pasión por hacer de la solidaridad un instrumento de acercamiento a los demás, hay que estar dispuestos a recoger de la sociedad las vivencias que transmiten, hay que ser capaces de mantener muy alto el listón al que se ha llegado.
Este décimo aniversario puede significar la consolidación de un modelo de gestión al servicio de la solidaridad y puede también significar abrir nuevos horizontes, pero teniendo siempre cuidado de que el éxito no “emborrache” y seguir adelante con una actuación sustentada en la sencillez, en la constancia, en la paciencia, en la cercanía, en la rigurosidad, en el espíritu solidario que inspira a esta organización alejada de toda dependencia política, económica o religiosa.
Practicar cada día la solidaridad es una tarea apasionante que requiere una gran dosis de vocación y de constancia. Con estos dos elementos y con la adecuada generosidad y entrega se pueden lograr resultados muy gratificantes y, sobre todo, se puede hacer de la solidaridad un importante instrumento de cohesión social.
En esta época en la que a tantas familias les falta algo tan básico como son los alimentos, la labor callada, responsable y solidaria que están llevando a cabo los voluntarios del Banco de Alimentos de Las Palmas viene a demostrar que la justicia social tiene mucho que ver con el respeto a las personas y el acercamiento a ellas despojados de prepotencia, siendo conscientes del compromiso que significa ayudar a los demás.
En el Banco de Alimentos de Las Palmas se ha puesto de manifiesto a lo largo de sus diez años de existencia, que el resultado de su gestión depende del trabajo en equipo en el que intervienen una serie de elementos encadenados entre sí que permiten marcar su ritmo, su intensidad y, en definitiva, su interés social.
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.
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