Las neoconversiones

Hay que reconocer que lo que la prensa llama hoy izquierda política, concepto que convendría revisar para no asumir como punto de partida que son los depositarios de la verdad absoluta a la que rinden culto bajo la advocación de “progresismo”, es la heredera de una forma de entender la política y la propaganda que desarrolló Lenin, aunque después se la atribuyeran a Goebbels en un también clásico tirar la piedra y esconder la mano.  Les gusta acuñar neologismos, tan redondos y rotundos como vacíos de contenido, pero con tanta efectividad que son tomados como verdades irrefutables, aunque sólo sea por cansina repetición.

Hace unos días un buen amigo que se autodefine socialista sin carnet y en mi opinión lo dice más por lo que cree que contiene la etiqueta que por sus convicciones sociales y políticas, me invitaba a asistir a las manifestaciones convocadas con la excusa del petróleo pero que no dejan de ser para muchos impulsores entre bambalinas, puro activismo político demagógico.  Al negarme a ser otro compañero de viaje más dentro de un revoltijo de siglas e intereses ajenos al problema por el que dicen manifestarse, hay hasta pancartas con la bandera tricolor del Frente Popular de la II República con la leyenda del ¡no al petróleo!, me espetó que no iba porque era neoliberal y porque no amaba a Canarias.  A punto estuvo de añadir lo de “facha”, apelativo con que el “progre” con formación panfletaria y sin lecturas serias, ni siquiera de “El Capital” de Don Carlos, neodescalifica a todo el que no le baila el agua. 

Pero cabe preguntarse qué significaría ser neoliberal.  Sin entrar en mayores detalles, los liberales anteponen a las personas y sus derechos frente a los intereses de grupos o colectivos indefinidos, sin contenidos y límites claros.  Por eso defienden la libertad individual, la libre iniciativa, el libre pensamiento y el Estado de Derecho frente a las organizaciones, el pensamiento único o la economía planificada y el colectivismo que defienden los comunistas y comunistas light, que a estos efectos no dejan de ser los socialistas.  Los liberales de hoy siguen defendiendo los mismos principios de antaño, por lo que no está en absoluto justificado el prefijo neo. Los que lo acuñaron tal vez sólo buscan endosar a otros los problemas, desviando las miradas sobre sus propias “evoluciones” y fracasos colectivos.

Los comunistas debieron llamarse neocomunistas cuando abrazaron el eurocomunismo.  A los socialistas de hoy nadie los denomina neosocialistas a pesar del abandono del marxismo, la pana y la tortilla que estaban en sus orígenes de antaño.  A mi entender, la única neo que haría falta es la neodecencia.  Por ejemplo en los sindicatos que dirigieron Marcelino Camacho y Nicolás Redondo Urbieta (que dimitió en 1994 para que no lo etiquetaran de neo), que en las “manifas” chillan contra el bipartidismo, pero defienden con uñas y dientes, la actitud poco democrática de ser la UGT y CCOO los únicos que defienden a los trabajadores, incluso a los que no se dejan defender por ellos y prefieren otros sindicatos, o ninguno.

Y neodecencia sería también reconocer públicamente, en relación a las prospecciones para saber si hay o no petróleo cerca de Canarias, que los dirigentes de CC y del PSOE defendían hace unos pocos años justo lo contrario sobre lo que hoy dicen proteger.  Y neodecencia también sería que organizaran manifestaciones contra el actual riesgo cierto que para las playas de Maspalomas, por ejemplo, suponen los barcos petroleros entrando y saliendo de la Refinería de Tenerife, situada aguas arriba de las corrientes que llevarían el piche a las costas de Gran Canaria.  ¡Que un hipotético vertido futuro oculte una posibilidad real de hoy mismo!