Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

XAVIER APARICI GISBERT

Los unos y los otros, los de dentro y los de fuera

XAVIER APARICI GISBERT Jueves, 20 de Marzo de 2014 Tiempo de lectura:

También es muy reciente la condición de dignidad humana universal, más allá del origen territorial, las costumbres culturales y las creencias religiosas

La igualdad política entre los habitantes de un país, el derecho legal a ser considerado equivalente en dignidad y en trato a cualquier otro, es un logro histórico muy reciente que no se ha sustanciado hasta la extensión de la ciudadanía plena a todas las personas adultas. En la Atenas de la antigüedad, modelo de tantas cosas en el imaginario cultural de Occidente, sólo tenían la condición de ciudadanos quienes eran nativos, libres y varones, es decir, una élite minoritaria entre de los que habitaban la Ciudad Estado.

Desde la descomposición de las comunidades primitivas prehistóricas bajo el empuje de los primeros Estados estamentarios, los pueblos llanos han sido víctimas de la arbitrariedad de los poderosos, las mujeres han sido restringidas a los espacios domésticos y los más pobres han padecido la esclavitud. Con el inicio de la Edad Media en Europa, la servidumbre emergió como un estatuto legal de dignidad mínima, bajo la nobleza y el clero, empezándose a restringir la esclavización a los extranjeros, mientras, las mujeres continuaron domesticadas y sometidas al orden patriarcal.

Solo hasta bien entrado el siglo XX fue cuando, dentro de los Estados, los derechos de ciudadanía empezaron a incluir a los ricos y los pobres y a los hombres y las mujeres. Y, con todo, la igualdad y la equidad efectivas y solidarias están muy lejos de estar cumplidas a lo largo y ancho de la sociedad de las Naciones. Siendo formalmente iguales, los poderosos y los desposeídos no han dejado de resultar “los unos y los otros” ni aún en los espacios nacionales de soberanía. Y los hombres y las mujeres, todavía continúan fracturados en roles y en oportunidades hasta en los propios hogares.

También es muy reciente la condición de dignidad humana universal, más allá del origen territorial, las costumbres culturales y las creencias  religiosas. Fue con la Declaración universal de los derechos humanos, bien entrado el siglo XX, cuando la dignidad de ser humano se desvinculó, formalmente, de la pertenencia territorial y el ser extranjero, ser “de fuera”, dejo de ser sinónimo de no ser para los “de dentro”.

En un mundo azotado por conflictos personales y barriales, por tensiones regionales e interestatales y aún sometido a la dinámica de bloques de influencia geopolítica, el nuevo caso –entre multitud de ellos- de tracción entre quienes se consideran parte y quienes se pretendan todo, entre quienes son de aquí y quienes son de allá, ha surgido en la península de Crimea, legalmente espacio interno de Ucrania. Uno de los múltiples polos de controversia que se han puesto sobre el tablero son el derecho a la autodeterminación de los pueblos, en unos casos, a través de métodos de rebelión -versión “Revoluciones naranja”-, o de procedimientos sedicionarios -exprés, vía referéndum tutelado militarmente por Estado hegemónico vecino-, frente a la integralidad territorial de los Estados y la prevalencia de las Constituciones y la legalidad internacional.

La situación es ciertamente compleja por los actores implicados, los ámbitos afectados y los intereses en relación. Por eso resultaría necesario no dejar fuera de los análisis y de la búsqueda de soluciones, en éste y otros tantos conflictos considerados “territoriales” (como en Catalunya, Euskadi, Canarias o el Sáhara Occidental, sin ir más lejos), el significado político y económico de un comentario expresado por uno de los expertos –a menudo, en este volátil tiempo presente, meros “ignorantes enciclopédicos”- de gran renombre en la Unión Europea, Javier Solana, en torno a que en Ucrania, un país con una población equiparable a la del Estado español, once ciudadanos controlan la economía. ¡Menos mal que eso, aquí, no pasa!     

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

Tu comentario
Tu comentario

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.215

.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.