Intoxicados por las falsas conciencias
Las enfermedades, esas afecciones que menguan nuestro bienestar, son factor tanto del entorno, como de la predisposición
Ser conscientes del mundo en el que vivimos es crucial
si queremos transitar nuestras vidas con responsabilidad y con dignidad. Porque
nuestras existencias, cuando son ajenas a las dificultades y posibilidades que
lo habitan y a las incongruencias y expectativas que contiene, devienen en
proyectos vitales frustrados e incoherentes, en vidas a vividas a medias y
manipuladas. Por tanto, para perdurar, tanto a nivel personal, como grupal, de
un modo que valga la pena, es fundamental conocer el entorno social en el que
nos ha tocado interactuar y saber cuáles son las mejores herramientas de
interacción.
La cultura, la expresión comunitaria de la
conciencia social, ya fue analizada, a finales del siglo XIX, por Marx y Engels,
que utilizaron la expresión «falsa conciencia» en sus análisis de las
ideologías. El gran aporte de estos pensadores al problema de las determinaciones
culturales que implican las ideologías, fue el de contextualizarlas en los
grupos y clases sociales y sus procesos políticos e históricos. “La ideología
es un proceso realizado conscientemente (…) pero con una conciencia falsa (…)”.
Y, en esas circunstancias, el pensamiento no resulta consecuente con las
condiciones materiales de la existencia e impide obtener una visión fiable de
la realidad.
Ante estos falsos referentes de sentido y para
remediar las vivencias alienadas que provocan, los procedimientos intelectuales
y morales que se requieren son los de la “conciencia crítica”, los cuales,
ampliando el nivel y el alcance de la comunicación, permiten desentrañar las
supersticiones y los engaños. En esas labores de esclarecimiento, no solo nos
va la felicidad, también nos va la salud. Específicamente, la salud mental.
Las enfermedades, esas afecciones que menguan
nuestro bienestar, son factor tanto del entorno, como de la predisposición. Y en
los seres humanos, por nuestra condición de primates hipercomplejos, el entorno
social y las vivencias subjetivas son tan relevantes como las cuestiones básicas
para la supervivencia. Por eso, el estrés psicológico nos exacerba tanto cuando
no encontramos salida a nuestras frustraciones, cuando perdemos la sensación de
control, cuando carecemos de apoyo comunitario o cuando no esperamos mejoría en
una situación. El estrés se cronifica si no existen desahogos o alternativas, y
provoca síndromes de ansiedad y depresión, los azotes de nuestros tiempos
modernos.
Pero no es el estrés, por sí, el causante de estos
deterioros mentales. Vivimos en un mundo imperfecto e injusto y, sin la
activación de nuestras inquietudes e inhibiciones ante ello, no llegaríamos muy
lejos. A menudo, si la confrontación con nuestras incertidumbres nos lleva a un
mejoramiento, el efecto somático y subjetivo es estimulante, vivificador.
Con todo, para salir con bien de estas
problemáticas, primero es necesario que no erremos en su diagnostico, que no
confundamos las causas con los efectos, ni lo urgente con lo importante. Por
ello, continuar creyendo, por ejemplo, que los mercados financieros son eficientes
y favorables al desarrollo económico o de que hay que reducir el gasto para
reducir la deuda pública, no solo una cuestión de hacernos reos de falsas
creencias. La credulidad en estos tópicos erróneos, también cursa como un
fuerte inhibidor de las acciones que se precisan para solucionar sus
indeseables dinámicas. Y cuando las dificultades -aunque negadas- llegan a
mayores, sus efectos tóxicos en el ánimo nos dejan incapacitados para
reaccionar y dependientes de ansiolíticos y antidepresivos. La mala economía no
solo nos empobrece, además, nos enferma.
Xavier
Aparici Gisbert, filósofo y emprendedor social.
http://bienvenidosapantopia.blogspot.com
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.








Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.129