La Galería Casa Condal de Maspalomas muestra “Esencia dispar” de esta artista octogenaria hasta el próximo 17 de mayo
El
arte de los collages no tiene edad. Lo confirman las 23 obras de
mediano y gran formato que la artista local octogenaria Adelina Almeida Rodríguez
expone hasta el próximo 17 de mayo en la Galería Casa Condal de
Maspalomas bajo el título genérico de “Esencia dispar”.
Nacida el 28 de noviembre de 1933, esta mujer de pelo cano y ojos tremendamente vivos, que durante muchos años ejerció como costurera de ropa para boutiques en El Puerto, decidió vivir en Maspalomas para tratarse con el sol del Sur de una rara enfermedad -la sarcoidosis reumatoide- cuyo nombre suele olvidar casi con la misma facilidad con la que proyecta sus obras.
Recuerda que desde chiquitita le gustaron las manualidades, “pintar y hacer garabatos”, pero fue a través del profesor de pintura Francisco Guillén, de la Escuela Municipal de Artes Plásticas, en el Centro Cultural Maspalomas, con quién adquirió durante el año 2004 los primeros fundamentos.
En los comienzos los pinceles no la obedecían, pero la insistencia de su profesor y algunos deberes de aprendizaje la condujeron a este despertar en el mundo del collage, donde ahora se muestra plenipotenciaria de sabiduría.
Adelina demuestra una habilidad especial para los collages. Su experiencia profesional y laboral como bordadora a máquina le han otorgado una extraordinaria precisión para los cortes y recortes de las imágenes que utiliza en sus obras. Maneja con inusitada habilidad tres tipos de tijeras (costurera de corte y confección; para manualidades y de bordados), y por eso sus collages recogen detalles minuciosos, tan pequeños y atrevidos que se convierten en casi imperceptibles.
Los collages de Adelina se montan desde el centro y el fondo del cuadro como visiones temáticas preconsebidas, con la superposición y pegue de imágenes hasta que considera la obra terminada. Llegado ese momento lo deja reposar. Lo mira y remira hasta que siente el vértigo y el miedo de sentirse serena y contenta. Sólo entonces da por finalizado el cuadro, lo arrima y comienza otro nuevo. Nunca trabaja en dos collages al mismo tiempo. “Si lo hiciera me volvería loca. Son muchos detalles. Me gusta empezarlos y terminarlos”.
Sin nombres
“Esencia Dispar” ninguno de los 23 cuadros que componen la serie tiene
nombre. Fue una decisión que la artista adoptó “porque todos están tan
llenos de cosas que cada obra habla por sí sola, y siempre será distinta
para cada espectador que la disfrute”, dice. En cualquier caso, la
primera impresión que se tiene al verlos es de una irresistible
atracción visual provocadora y placentera. Son collages que atrapan la
mirada y que contribuyen a dar rienda suelta a la inteligencia. Tal vez
sea así porque cuando Adelina se enfrentó a cada uno de ellos lo hizo
“con gusto, a veces incluso sintiendo ese miedo indeleble e inexplicable
que nos produce la felicidad”.
En el mundo imaginario de Adelina preponderan los tonos rojos. Es su color preferido, tanto que en el embarazo de su última hija (tiene tres) le pidió al marido, el ex técnico tabaquero Pedro Díaz Santana, que le pintara el frontis de la casa de rojo, y los armarios y… Lo hizo. Él disfruta si ella disfruta, hasta el punto que es capaz de esperarla durante horas interminables mientras ella revisa las revistas página a página en busca de la imagen necesaria para sus cuadros.
El material de los collages de Adelina salen fundamentalmente de revistas. Pide permiso a los comercios para ojearlas. Si encuentra en ellas los motivos que necesitan sus obras, las compra. Por eso la mayoría de las imágenes de sus cuadros proceden de revistas compradas, aunque también cada vez más de revistas regaladas.
Naturalidad explosiva
Y así los cuadros de Adelina rebozan de manos y uñas de mujeres perfectamente arregladas y adornadas. “Las manos expresan suavidad y me transmiten tranquilidad”, dice. Pero su alma femenina se expresa también en sus cuadros con la presencia abundante y cadenciosa de rostros de mujeres, ojos, labios, piernas, torsos y muchos artilugios de adornos, “porque las mujeres tienen muchos gustos que los hombres no tienen, y esos adornos pegan con todo”, afirma la artista.
La sencillez y humildad de Adelina explota en sus cuadros con una expresión y naturalidad exquisitas, y así es capaz de embellecer a un cochino con una simple rosa, o de pergeñar una mariposa sólo con labios y manos con uñas de rojos intensos, como una espiral absorbente.
En esta serie Adelina también emplea el desnudo como motivo de expresión visual. Pero no es un desnudo corrosivo ni pornográfico, sino seductor e insinuante. El sexo no la asusta. No descarta emplear el desnudo integral en una próxima colección si la temática lo exigiera.
En cualquier caso, Adelina utiliza todo tipo de iconos que le permitan elaborar collages. En ellos evidencia una búsqueda de la simetría pragmática y onírica, aunque también se permite idealizar configuraciones morfológicas simples en los que preponderan los estallidos de color.
En las 23 obras de esta exposición que inauguró junto a la concejala de Economía y Hacienda, Gema Rojas, Adelina empleo 4 meses de trabajo con un promedio de 7 a 8 horas diarias de ejercicio mental y artístico con papel, tijeras y pegamento.

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