Fernando Fraile debería aguantar la situación

Las empresas grandes deberían intentar ser coherentes con su grandeza actuando como si fueran líderes en honestidad y ejemplo para el ciudadano.

Nada de lo que está instituido para el servicio público les pertenece y así lo deberían asumir y demostrar en sus actos. Fernando Fraile no pertenece a nadie más que a su junta y a los votos que recibió cuando le eligieron y renovaron durante 12 años. Que parte del empresariado lo desee apartar ahora puede ser normal, pero no es lógico que esta parte del empresariado sea en democracia, el adecuado para la toma de esta decisión que debería consensuarse con todos los empresarios.

Que Fernando Fraile haya reconducido algún tema, contrario a algún grupo empresarial no debería ser motivo para su linchamiento. Permitir la prejubilación de una persona que ha dedicado su vida laboral a su responsabilidad encomendada, no es ser agradecido. Alegar sus 12 años de trabajo no es motivo tampoco, pero lamentablemente demuestra que no sabemos utilizar los valores de aprecio y amistad adecuadamente.

Que el sistema de representatividad empresarial deba evolucionar debido a los cambios económicos, podría ser una razón de peso, pero lógicamente Fernando Fraile se ha ganado la confianza de muchos empresarios para recibir la gestión del nuevo perfil de este nuevo organigrama. Su actual salario no debería ser recordado en estos momentos. Es humillante y demostraría únicamente la  valía humana del que intenta quitarse de encima a una gran persona y gestor para colocar a otra que aún los de a pié, no conocen, pero que posiblemente será más idóneo en cumplir instrucciones y pensar menos.

Creo que Fernando Fraile debería aguantar la situación. No ceder. Sugerir cauces democráticos para crear el futuro de lo que deba ser el cauce de representatividad de los empresarios del Turismo. Si es verdad que un empresario equivale un voto, creo que tiene mayoría aplastante. Hay muchos empresarios en el sur que tienen ganas de que su voto sirva para algo y no estar tan pasivos, como hasta ahora, de ver que las grandes decisiones pasan por pocas manos.

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