Fiesta del derribo

Más que un debate se ha convertido en una fiesta el derribo. Lo del RIU Oasis no tiene precedentes. Algo así no estaría de más con los grandes temas que afectan al sector, a la sociedad canaria y al futuro de la industria. Que sean los propietarios en primera persona los que salgan a la luz pública para mostrar su versión es un claro gesto de preocupación por sus intereses y lo que, lo que está en juego no es un simple palmeral. A la vez trasladan un claro mensaje a la clase política que desde la Administración juega un papel decisivo y cómplice con la situación. Una simple mirada atrás es suficiente para entender casi todo de un tema que llevaba en la sombra hasta el anuncio del derribo: una sentencia firme del setenta y ocho que declara ilegal e ilegalizable un palmeral público que utiliza el hotel como jardines, un gobierno que miró hacia otro lado en aquel entonces, la postura municipal de apoyo al derribo argumentando “actos reglados”, arquitectos reacios a proyectos que redactan sus colegas peninsulares, un rival que abusa con una ocupación de dominio público y así unas cuantas más, que mantendrán animada la gran fiesta del derribo.