Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

No al Sida, sí a la Vida

JOSE ANTONIO GODOY Sábado, 01 de Diciembre de 2012 Tiempo de lectura:

Una realidad por la que tanto luchó el amigo Darío Jaén con la mentalidad progresista que debiera corresponder a quienes vivimos y trabajamos en una zona turística

El cinco de junio de 1981 la población ¿del mundo civilizado occidental? a la que pertenecemos desayunaba con la noticia internacional sobre la aparición de una nueva enfermedad en la ciudad de Los Ángeles que sólo la padecían los homosexuales, que se conocía con el nombre de SIDA- acrónimo de síndrome de inmunodeficiencia adquirida- y que afectaba a quienes habían sido infectados por el VIH- Virus de Inmunodeficiencia Humana, una alerta sanitaria que condujo con el tiempo a definir clínicamente a dos tipos de pacientes: los seropositivos para referirse a los portadores del VIH y los que habían desarrollado la enfermedad del SIDA como consecuencia de la destrucción por la acción del VIH de los linfocitos- encargados de la producción de anticuerpos- cuya carencia deja a la persona sin defensas y expuesta a contraer cualquier enfermedad infecto-contagiosa.

Estigmatizada doblemente la población homosexual- y posteriormente quienes se inyectaban drogas, ejercían la prostitución y los receptores de transfusiones sanguíneas - como transmisora de una enfermedad  de la que poco o nada se sabía, las voces homófobas y puritanas no se hicieron esperar satanizando la homosexualidad y el SIDA- la peste rosa que le llamaban- como una de las consecuencias de la permisividad, decadencia y depravación de una sociedad ¿amoral-inmoral? asociando con una maldición bíblica al estilo de Sodoma y Gomorra lo que en realidad era un proceso biológico como antes lo fue la peste, el cólera, la lepra o la tuberculosis. El desconocimiento científico inicial del comportamiento del virus, sus mutaciones, de cómo aislarlo en los laboratorios y desarrollar los anticuerpos, además del proceso de transmisión epidemiológica y el tratamiento farmacológico y psicológico de los pacientes, alarmó lógicamente a la sociedad generando inseguridad ante tantas preguntas sin respuestas y perjudicando enormemente la imagen del colectivo homosexual que a duras penas había luchado por despenalizar su identidad afectivo-sexual recogida- en el caso de España- en leyes como la Ley de Vagos y Maleantes de 1954 y la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social de 1970.

Y empezaron a llegar noticias y a conocerse los secretos a voces de los estragos causados por el SIDA en ciudades como San Francisco-todo un símbolo de libertad-donde un grupo de homosexuales infectados por el VIH se habían ofrecido voluntariamente para establecer un patrón de contagio típico de las enfermedades infecciosas, mientras el propio alcalde tranquilizaba a la población a través de los medios de comunicación a la vez que se ponían en marcha campañas informativas y preventivas entre el colectivo homosexual, mientras que la población heterosexual tanto allí como aquí vivía bastante al margen de la realidad creyendo- digo yo- en la tendencia selectiva natural del virus a infectar exclusivamente a las personas cuya tendencia afectivo-sexual era y es la homosexualidad, lo que hizo que el VIH campara a sus anchas entre la población heterosexual en lugares como África, Asia, el Caribe y también en nuestro entorno más inmediato.

Mientras las conciencias alteradas de los salvaguardas de la moral y el orden mundial creían haber amedrentado a quienes no se someten a sus designios, la sensatez y profesionalidad de la comunidad científica descubría la forma de transmisión del VIH- sangre, semen, secreciones vaginales y leche materna- cayendo en la cuenta de las dificultades para controlar la pandemia que se cebaba sin excepción sobre toda la humanidad, especialmente y de manera sangrante en la de aquellos lugares donde reina la pobreza, la miseria y la precariedad más absoluta como es el África subsahariano donde se cuentan por millones la población fallecida, la contagiada y la que continua teniendo dificultades para acceder a los programas preventivos.

Una situación totalmente opuesta a los países del primer mundo donde el SIDA y sus consecuencias se ha convertido en una enfermedad crónica como tantas otras que conlleva un tratamiento de por vida y donde la asistencia médica y farmacéutica de momento está asegurada- en Canarias sí - hasta para la población inmigrante en situación de precariedad, todo lo contrario a la política socio-sanitaria desplegada por el  Gobierno de España reduciendo las ayudas destinadas a la prevención, concienciación, investigación y tratamiento del VIH y retirando la tarjeta sanitaria a los extranjeros en situación irregular- portadores del VIH incluidos- lo que supone un paso atrás en los logros conseguidos en la reducción y control de dicha infección además de ser una decisión temeraria por la repercusión que tendrá en la salud individual y colectiva de la población de este país que es el nuestro.

El hecho de que algunas guerras, enfermedades y poblaciones que las sufren y padecen hayan caído en el olvido mediático- por desinterés estratégico y económico- no quiere decir que no existan razones humanitarias más que sobradas para que los países e instituciones privadas, económicamente solventes, inviertan en diplomacia para resolver aquellos conflictos, en cooperación y alimentación para solventar este hambre y esta pobreza y en investigación científica y en campañas mediáticas para acabar con estos virus entre los que se encuentran el VIH, dejando para el vulgo concienciado- entiéndase ONG’s- la valentía y el coraje de trabajar en aquellos territorios hostiles desde todo punto de vista en los que vive esa gente, cuyas imágenes son difíciles de soportar sin hacer zapping cuando aparecen en nuestras casas- a la hora de comer- a través de la televisión.

Por muy anecdóticas que parezcan las campañas de concienciación- las del lacito de color- en relación con alguna causa solidaria, es necesario continuar saliendo a la calle para recordar al mundo próspero en el que vivimos la necesidad de exigir a los gobiernos y a las instituciones privadas también - a pesar de la crisis y los recortes económicos- la necesidad de cooperar con el tercer mundo frente a las desgracias humanas traducidas en hambre, guerras, enfermedades y analfabetismo. Superado el confusionismo inicial malintencionado que achacaba el mal del SIDA exclusivamente a la población homosexual y observando que la población heterosexual está igual o más expuesta a los efectos del virus según las estadísticas, tengo razones más que sobradas para salir a la calle- en el Día Internacional de la Respuesta contra el VIH Sida- junto con toda la militancia socialista de San Bartolomé de Tirajana y su Aula Darío Jaén- recientemente creada y centrada en la diversidad e interculturalidad- para identificarnos con la gente que es víctima del VIH y con la estrategia ONUSIDA cuyos objetivos persiguen "el acceso universal a los servicios de prevención, tratamiento, atención y apoyo relacionados con el VIH, así como para detener y reducir la propagación del virus y contribuir a la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015". Una realidad por la que tanto luchó el amigo Darío Jaén con la mentalidad progresista que debiera corresponder a quienes vivimos y trabajamos en una zona turística internacional como es Maspalomas- y por ende- extensible a toda Gran Canaria, donde la seguridad ciudadana y el respeto, que es algo más que tolerancia, posibilita que convivamos personas de más de ciento veinte nacionalidades diferentes además del turismo entre el que destaca el segmento LGTB.

A finales de 2011 había treinta y cuatro millones de personas infectada del VIH, destacando que allí donde ha habido campañas preventivas y proyectos educativos relacionados con el SIDA, ha disminuido el avance de la pandemia, de la misma manera que donde nos hemos ido familiarizando con la situación ha habido nuevos brotes, por lo que no se trata de ocultar ni estigmatizar la evidencia sino de combatirla.

José Antonio Godoy, profesor y secretario general del PSC-PSOE en San Bartolomé de Tirajana

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

Tu comentario
Tu comentario

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.170

.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.