Pleno empleo, sí. Pero ¿cómo? (I)
Para los más ricos y sus empresas el consumo interno ha dejado de ser relevante para sus negocios
Para la gran mayoría de la ciudadanía tener un empleo bien remunerado es imprescindible para asegurarse unas condiciones dignas de vida, pues para quienes no tienen recursos propios, acceder a un trabajo que permita sobrevivir, costear los gastos y darse algún extra, es el único medio para llevar una vida económicamente desahogada. También la generalidad de las empresas precisan de que haya mucho y buen empleo. Pues, aunque demasiadas veces parecen olvidarlo, el conjunto de los empresarios viven de ofrecer bienes y servicios al consumo interno, por lo que dependen de que la población tenga un buen nivel de consumo para su pervivencia.
Sin embargo, para los más ricos y sus empresas el consumo interno ha dejado de ser relevante para sus negocios. Tras décadas de globalización hace mucho que obtienen sus mayores beneficios más allá de lo nacional, especulando en el casino financiero internacional y comerciando con países donde los bienes, los trabajos y las legislaciones son menos gravosos de comprar, pagar y cumplir. Tan bien les ha ido esquilmando recursos sin mesura, empleando personas sin consideración y eludiendo impuestos y cortapisas legales, que ahora pretenden “importar” el modelo a las naciones occidentales, buscando que se generalicen los Estados soberanos de la nada y sin fronteras, los gobiernos sumisos a sus intereses, los emprendedores que viven pobres para morir ricos y la población maniatada y en precariedad constante. Es decir, pugnan por la competitividad global, entendida ésta como la lucha por las migajas de los desposeídos del pastel a escala mundial.
Este artero abuso de fuerza no solo es contrario al interés general de las sociedades, también al sentido de las propias dinámicas económicas. Pues no es que no se deba exportar e importar, es que hay que hacerlo protegiendo la producción y el consumo locales, porque la economía interna, aumentando los participantes y los beneficiados, distribuye la riqueza generada mucho más y mejor en la sociedad. De hecho, sustituir importaciones es una de las maneras más seguras de desarrollo y enriquecimiento local.
Por tanto, que el acceso al empleo sea generalizado y en condiciones materiales y económicas confortables hace a la economía nacional más solvente y equitativa, lo cual, es lo propio de las democracias, los regímenes que propugnan la salvaguarda de los intereses generales de su ciudadanía y la mejora de las condiciones de vida comunes. Estas pretensiones hacen que, desde luego, los costes del factor empleo sean mayores que en los países regidos por dictaduras, donde las condiciones de acceso laboral suelen ser amplias pero en circunstancias precarias y con mínimas garantías. La esclavitud y la miseria siempre han sido baratas, pero no son propias de la dignidad humana.
Con todo, tras el enorme descalabro del capitalismo financiero global y el ignominioso hundimiento de las economías nacionales que se ha provocado, a través del corte a la financiación de las empresas no bancarias y el vuelco de los recursos públicos al salvamento de los propietarios de los bancos, las pretensiones clasistas y la ideología anti obrera del imaginario empresarial empiezan a quebrarse. Hay infinidad de empresarios que, aun manteniendo la consigna de la austeridad selectiva, embaucados por las políticas de pérdida de derechos y el abaratamiento de ingresos de los asalariados, con la sonrisa congelada, se han visto obligados a echar el cierre a sus empresas. Y así, la necesidad de salir de la depresión económica asegurando el pleno empleo decente, en contra de las consignas neoliberales, cobra nuevos sentidos e inusitados adeptos.
Xavier Aparici Gisbert. Filósofo y Secretario de Redes Ciudadanas de Solidaridad.
http://bienvenidosapantopia.blogspot.com
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