El intolerable transporte aéreo
JOSÉ F. FERNÁNDEZ BELDA
Lunes, 26 de Noviembre de 2012 Tiempo de lectura:
Ahora “exigen” exigentemente a Madrid que arregle lo “intolerable”
Las épocas de crisis son las más propicias para que los oportunistas pesquen en río revuelto sin que la mayor parte de la gente preste demasiada atención. Lo urgente no deja paso a lo necesario, dice un sabio aforismo. Los políticos se esmeran en dar titulares de prensa muy llamativos, aunque sean sin contenido práctico o directamente contrarios a lo que mantenían ayer y, casi siempre, con segundas intenciones no declaradas abiertamente. Pretenden con esas entelequias contentar a sus parroquias o mantener su privilegiada situación y sueldo.
El Gobierno de Canarias, dijo Paulino Rivero, exigirá al central que fije las frecuencias, los trayectos y los precios máximos del transporte aéreo entre las islas y la Península porque la situación del sector ha causado un perjuicio “enorme e intolerable” a la economía isleña. Dicho de otro modo, cuando hasta ayer pedían insistentemente las competencias en el transporte aéreo, ahora “exigen” exigentemente a Madrid que arregle lo “intolerable”, interviniendo y falseando el libre mercado por decreto. Las compañías aéreas que quieran volar entre islas y en los enlaces de Canarias con la Península, han de someterse a unas obligaciones de servicio público que les regulen las condiciones en las que deberán hacerlo, al margen de criterios de rentabilidad, libre iniciativa y oportunidad empresariales.
Basta con conocer someramente la historia de la aviación comercial en el mundo y aplicar el más elemental sentido común para saber que eso sólo puede hacerse como pretenden si los contribuyentes subvencionan la diferencia entre el coste real de los vuelos, el coste de oportunidad en libre competencia y el precio político que se pretende aplicar. Curiosamente, por citar un solo caso que saltó a los medios de comunicación, eran esas mismas obligaciones las que el Gobierno de Canarias quería imponerle a Ryanair y que esta compañía lo hiciera de sumo gusto, sin subvenciones y quien sabe si también con los tripulantes vestidos de típicos.
A juicio de Paulino Rivero, Canarias, Cabo Verde y los países del África occidental deben cooperar en una relación “de iguales a iguales”, olvidando que él no tiene las competencias para comprometer tanto dinero público y que unos minutos antes acababa de “exigir” al Gobierno Central que lo hiciera. Por un momento olvidó que los iguales son los estados, no las autonomías en relación con las naciones soberanas extranjeras. Tal vez el inconsciente, referido a la mente no a persona alocada, lo traicionó al pedir comprensión y dinero para el transporte aéreo en un encuentro internacional al recordar sus palabras sobre los pájaros canarios: “Porque no hay nadie más sensible, más solidario, que pueda entender los problemas de los demás, que aquellas personas que, por ejemplo, están enamoradas y cuidan a los pajaritos”. Por dejar volar libremente la imaginación que no quede, ¡más madera!
A mi entender, debería permitirse a las compañías aéreas que quieran volar las rutas que les convengan lo hagan en libre competencia con las demás, sin más cortapisas que las que fije el mercado. Sólo aquellos trayectos que queden desiertos, con total seguridad porque la ínfima ocupación de plazas o demanda de carga las haga no rentables, serían las que se subvencionen. De esta forma los pasajeros que vuelen de Gran Canaria a Tenerife, por ejemplo, no tienen porqué financiar a los que quieran hacerlo por avión, y no por barco, entre Tenerife y Las Gomera. De esta forma, siguiendo con el ejemplo, cuando Casimiro Curbelo diga que su isla no recibe ayudas, se le pueda recordar las que cobra tan sólo por este concepto. Si lo que hay es un revoltillo de subvenciones globales, es bien sabido que en río revuelto los demagogos beben y beben, como los peces del villancico.
El Gobierno de Canarias, dijo Paulino Rivero, exigirá al central que fije las frecuencias, los trayectos y los precios máximos del transporte aéreo entre las islas y la Península porque la situación del sector ha causado un perjuicio “enorme e intolerable” a la economía isleña. Dicho de otro modo, cuando hasta ayer pedían insistentemente las competencias en el transporte aéreo, ahora “exigen” exigentemente a Madrid que arregle lo “intolerable”, interviniendo y falseando el libre mercado por decreto. Las compañías aéreas que quieran volar entre islas y en los enlaces de Canarias con la Península, han de someterse a unas obligaciones de servicio público que les regulen las condiciones en las que deberán hacerlo, al margen de criterios de rentabilidad, libre iniciativa y oportunidad empresariales.
Basta con conocer someramente la historia de la aviación comercial en el mundo y aplicar el más elemental sentido común para saber que eso sólo puede hacerse como pretenden si los contribuyentes subvencionan la diferencia entre el coste real de los vuelos, el coste de oportunidad en libre competencia y el precio político que se pretende aplicar. Curiosamente, por citar un solo caso que saltó a los medios de comunicación, eran esas mismas obligaciones las que el Gobierno de Canarias quería imponerle a Ryanair y que esta compañía lo hiciera de sumo gusto, sin subvenciones y quien sabe si también con los tripulantes vestidos de típicos.
A juicio de Paulino Rivero, Canarias, Cabo Verde y los países del África occidental deben cooperar en una relación “de iguales a iguales”, olvidando que él no tiene las competencias para comprometer tanto dinero público y que unos minutos antes acababa de “exigir” al Gobierno Central que lo hiciera. Por un momento olvidó que los iguales son los estados, no las autonomías en relación con las naciones soberanas extranjeras. Tal vez el inconsciente, referido a la mente no a persona alocada, lo traicionó al pedir comprensión y dinero para el transporte aéreo en un encuentro internacional al recordar sus palabras sobre los pájaros canarios: “Porque no hay nadie más sensible, más solidario, que pueda entender los problemas de los demás, que aquellas personas que, por ejemplo, están enamoradas y cuidan a los pajaritos”. Por dejar volar libremente la imaginación que no quede, ¡más madera!
A mi entender, debería permitirse a las compañías aéreas que quieran volar las rutas que les convengan lo hagan en libre competencia con las demás, sin más cortapisas que las que fije el mercado. Sólo aquellos trayectos que queden desiertos, con total seguridad porque la ínfima ocupación de plazas o demanda de carga las haga no rentables, serían las que se subvencionen. De esta forma los pasajeros que vuelen de Gran Canaria a Tenerife, por ejemplo, no tienen porqué financiar a los que quieran hacerlo por avión, y no por barco, entre Tenerife y Las Gomera. De esta forma, siguiendo con el ejemplo, cuando Casimiro Curbelo diga que su isla no recibe ayudas, se le pueda recordar las que cobra tan sólo por este concepto. Si lo que hay es un revoltillo de subvenciones globales, es bien sabido que en río revuelto los demagogos beben y beben, como los peces del villancico.
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.
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