El fuego en nuestras Cumbres
Una de estas mañanas en que encendí el televisor, contemplé aterrorizada como el fuego rugía
![[Img #9227]](upload/img/periodico/img_9227.jpg)
Contemplé
atónita la fiereza de las llamas, la explosión de las hogueras
avivadas por el viento. Cruzaban los escabrosos terrenos de nuestras
cumbres, chamuscaban higueras, casas y cabañas, subían las paredes
escarpadas, las montañas. La esperanza era que diluviara pero hacía
calor, mucho calor, el día estaba soleado y sin una sola nube.
Se
oían ladridos de perros, cabras balando, conejos corriendo como si el
alma se la llevara el diablo. No había tiempo que perder. Los servicios
contraincendios actuaban, unas mujeres rezaban y un chico filmaba la
escena. Cientos de animales morían, aves atrapadas en la fase de la
anidación. Gritos de dolor retumbaban en el aire.
Al
locutor le costaba mucho trabajo narrar los hechos pero decía: -Nuestro
hábitat no es como el Parque Jurásico, una potente imagen de las
fuerzas de la naturaleza. No debemos recrearnos en las cenizas de
nuestro paraíso. Desgraciadamente, no podremos hacerlo volver.
El
humo ennegreció los almendros, las tuneras, los olivos y eucaliptos,
las palmeras centenarias con troncos gruesos. Los espacios y los rumores
advertían la presencia del infierno. Entonces me acordé de los
espíritus: soliviantados pero silenciosos.
Se
dijo que fueron las cosas de Juan, un inconsciente que había amenazado
con quemar el campo. Las llamas se elevaban igual que las burbujas de
jabón con las que los niños jugamos de pequeños. Poco a poco tocaban la
cima de las montañas, las alturas. Se embebían entre las nubes.
Pero
me consoló madurando que la isla tiene una fuerza particular. Estaba
segura de que los pinos recuperarían de nuevo la sonrisa. Porque después
del fuego, la tierra –en una especie de milagro- reverdece con nuevos
brotes que crecen de las raíces que afortunadamente no fueron alcanzadas
por las llamas. Pasado un tiempo el corazón de los árboles –no se sabe
cómo- vuelven a latir.
Quizás sea el aliento, el tesoro que esconde el volcán. ..
Fragmento de mi libro “ El Séptimo cielo”
Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com; www.rosariovalcarcel.com
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