Muy pacífico es este pueblo para que
todavía, con la que está cayendo, no haya asaltado el Congreso y el Senado, el
Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial, Bankia y el
Parlamento canario, cabildos y ayuntamientos.
Va a ser verdad de que somos un pueblo
indolente. Solo de esa forma se explica que los ciudadanos (incluso los que no
son de ciudad) no se hayan encaramado aún a los muros de la vergüenza nacional
de todas las instituciones públicas (e incluso privadas) que malgastan el
dinero de todos a cambio del privilegio de unos pocos.
Aquí nadie da la cara. Ni los
responsables políticos ni los bancarios. Ni tan siquiera, y ya es el colmo, las
máximas autoridades judiciales. Si el juez supremo no da ejemplo, ¿qué se puede
exigir al resto de la plebe?
El Gobierno de Rajoy expulsa a Rato de
Bankia pero se niega a que él y el gobernador del Banco de España desfilen ante
una comisión de investigación parlamentaria para
depurar
responsabilidades.
Aquí los banqueros se limitaron a poner
la mano para recoger sus pingües sueldos, pero luego apartaron la cara para que
las bofetadas se deslizaran hacia otros irresponsables. Nadie se salva: ni
Rodrigo Rato, ex vicepresidente económico del Gobierno de Aznar y ex director
del FMI, ni tampoco Juan Manuel Suárez del Toro, ex presidente de la Caja de
Canarias (ahora inmersa en Bankia) y presidente de la Cruz Roja.
Suárez del Toro cobró una buena pasta,
alrededor de 235.000 euros anuales, por ser la cabeza visible de la Caja, pero
ahora se hace el loco y no quiere afrontar sus responsabilidades. Como Rato,
emulando aquella película de Woody Allen, pretende marcharse con la pasta sin
dar explicaciones. Toma el dinero y corre.
Rajoy no sólo se niega a que los
responsables del fiasco de Bankia comparezcan en el parlamento. Tampoco quiere
que lo haga el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder
Judicial, aunque ahora se haya visto forzado. Carlos Dívar viajó a Puerto
Banús, se hospedó en hoteles de lujo y comió en restaurantes de cinco tenedores
a cuenta del erario público, incluso cuando lo hacía a nivel privado con su
escolta preferido.
No sabemos qué tienen que esconder
todos estos prebostes y gerifaltes de la política nacional, pero sí sabemos que
somos nosotros los que les pagamos sus caros antojos. Si el pueblo aún no ha
estallado en las calles es porque es demasiado bueno o demasiado tonto.
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.
Betina | Viernes, 15 de Junio de 2012 a las 14:23:12 horas
Muy buen artículo, ha dicho lo que muchos pensamos. Mi más sincera enhorabuena.
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