Los ecolocos que tenemos
Me he inventado ese término para designar a ciertos especímenes de la" raza humana canaria"
Me he inventado ese término para designar a ciertos especímenes de la" raza humana canaria" que poseemos a los que les encanta degenerar la tierra en la que han nacido. No se les corta un pelo a la hora de tirar cualquier cosita el suelo, sea en la playa, el monte, el mar, o el valle. Tampoco se ponen colorados cuando tienen que prenderle fuego a un bosque, o tirar vertidos, de la clase que sea, en cualquier lugar de nuestras islas. O si no esos mozalbetes (y "mozalbetas", para no discriminar) que en los fines de semana demuestran su delicada educación poniéndolo todo hecho unos zorros, con sus litronas de varios colores, tamaños y contenidos, con sus hermosas bolsas de plástico donde han llevado la "mercancia" ue luego engullen; con sus colillas tabaqueras o porreras, y a veces, cuando se han pasado, con sus vomitonas que llenan aceras, jardines y portales de gente honrada. Y qué me dice de los que gozan cantidad llenando las paredes, las columnas, los monumentos de esos estúpidos graffitis del demonio para demosotrar su arte ruprestre (porque no han evolucionado mucho más que en esas épocas prehistóricas). Y si no, esos genios imitadores de Atila que revientan contenedores, papeleras, y demás mobiliario urbano con una furia increible, como si con ello desataran sus iras, sus frastraciones, se incapacidad para ser personas.Y nada, el ayuntamiento, los ayuntamientos, quieren remediar esa atrocidad de los artistas incomprendidos y se gastan el poco dinero que poseen para blanquear los estropicios cometidos y, al día siguiente, como si estuvieran esperando la ocasión, volvemos a ver sus pintadas. Un círculo vicioso que no tiene fin.
Pero hay otras cuestiones preocupantes. Me refiero a la ligereza conque algunos ciudadanos de esta isla y de las demás que forman la "Federación de las Canarias Dejadas de la Mano de Rajoy (La FECADAMARA) se dedican subrepticiamente, con nocturnidad y alevosía, a arrojar vertidos en lugares recónditos, y a veces espacios naturales y protegidos. Para muestra les pongo un botón, pero tendríamos botones para hacer varias sotanas de los curas de antes. Recientemente acudí con una excursión a la zona recreativa de Santa Cristina, perteneciente al municipio de Guía (no termino de poner el nombre completo porque es muy largo). Una vez establecido en el lugar, me di unos paseitos por los alrededores, en plan explorador y para no perder mi constumbre de caminantes y senderista empedernido. Lllegué hasta un bosquecillo de pinos para fotografiar unos viejos caserones que pertenecieron a mi prolífico bisabuelo, el Indiano Juan Castellano, (34 hijos en su haber y en el de sus tres esposas, claro ). Me pareció percibir que por allí andaba todavía su espíritu inquieto, vivaracho, aventurero y emigrante, y me emocioné sin saber porqué (¿o si lo sabía). También en las cercanías se cometió un crimen. Uno de los hijos de mi bisabuelo fue asesinado cuando se dirigía a Guía para pagar unas deudas que se padre tenía en esa ciudad. Sabían que llevaba dinero. Lo acecharon y lo asesinaron para robarle. Por mucho que hemos intentando los familiares averiguar los detalles y circunstancias de ese crimen, no lo hemos conseguido. Todo se ha tapado.
De vuelta al área recreativa de Santa Cristina, cuando descansé un poco de la caminata, se me ocurrió salir otra vez del lugar y me dirigí hacia el norte, por un camino de tierra allí existente. A pocos metros de la zona de ocio hay unos chalecitos, y continuando por ese sendero, que se interna en un brezal, encontré algo que me llamó la atención. Habían dejado allí dos sillones (podría decirse que nuevos) un colchón, tablas, y diversos objetos más. Pero también había una pequeña biblioteca con libros valiosos: novelas, entre ellas "Un millón de muertos", de Gironella, "La evolución del hombre", ejemplares de Economía, de Derecho Eclesiástico del Estado, etc. . Toda una biblioteca depositada en el camino de un espacio natural, esperando que alguien la recogiera, o que al menos, le echase un vistazo.¡Y unos sillones para sentarse y disfrutar de la lectura! ¡Vaya forma de tirar la cultura! Ahora bien, le daré una pista. Uno de los libros llevaba el sello de una asociación de vecinos de Bañaderos (Arucas).
Según un amigo, técnico del Cabildo Insular, no existe en Canarias una Ley de Vertidos y me temo que este handicap es el que induce a mucha gente, ignorante o no, a arrojarlos en cualquier sitio,(barrancos, costas, bosques, cercanías de localidades , etc sin consideración alguna,sin temor a posibles sanciones, y claro, sin respeto a lo que es patrimonio natural de todos los canarios, y si me apuran, de la humaniodad. Es lamentable que esto ocurra y que siga habiendo gente que en vez de tirar los desechos en Puntos Limpios, o en zonas permitidas, lo haga donde le venga en gana.
Creo que es hora de que el gobierno autonómico se preocupe de controlar este aspecto que tiene que ver con la protección de la naturaleza y de nuestros paisajes. Y que también lo hagan los cabildos, los ayuntamientos y se intensifique la vigilancia del Seprona. Desgraciadamente, hechos como el relatado se producen casi a diario y quedan completamente impunes.Y de una vez por todas: ¿Cuando vamos a tener una asignatura oligatoria en las escuelas que enseñen a los niños a respetar la naturaleza, y especialmente, la de la tierra donde han nacido?
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.









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