La falsa intensidad de las miradas miopes
En las sociedades políticamente plurales los distintos enfoques sobre lo político suelen clasificarse en tópicos que se presumen excluyentes
En
las sociedades políticamente plurales los distintos enfoques sobre lo
político suelen clasificarse en tópicos que se presumen excluyentes.
Así, las ideologías pueden ser dictatoriales o democráticas según tengan
un sentido de la autoridad y del ejercicio del poder elitista o
popular; reaccionarias o progresistas, en cuanto sean tradicionalistas o
modernistas en su justificación de lo social; reformistas o
revolucionarias, si son transicionales o rupturistas en sus estrategias
de cambio; y, asimismo, capitalistas o socialistas, si se centran en la
generación de la riqueza y su control o si pretenden asegurar,
prioritariamente, el cumplimiento de las necesidades económicas del
conjunto social.
En torno a esos modos de ordenar antagónicamente las concepciones políticas, no obstante su incapacidad para entrar en consideraciones híbridas o integradoras, han corrido ríos de tinta en la historia del pensamiento. Pero, en la confrontación social real lo que han corrido han sido intolerancias feroces y enfrentamientos cruentos, pues las visiones limitadas de las problemáticas sociales, al servir de vehículos conceptuales a las simplificaciones y manipulaciones interesadas, suelen traer, a menudo, “soluciones” de nefastas consecuencias. Así, las cruzadas de toda ralea que se han perpetrado en la historia se han justificado, sistemáticamente, en distinciones sumarias entre la verdad y las mentiras, entre la ortodoxia y las herejías, entre nosotros y ellos.
Pues,
aunque está más que probada la potente adhesión emocional que las
componendas doctrinarias provocan en sus seguidores, no es menos cierto,
que esa “intensificación” se consigue a costa de una notable miopía
intelectual y una culposa incoherencia moral. Las organizaciones
políticas están, por ello, llenas de buena gente con mala ideología.
Personas que por considerar a sus doctrinas libres de los límites y
contradicciones que ven en las divergentes, perpetuán la hostilidad
sistemática ante los otros y la ausencia de autocrítica rigurosa en lo
propio. En el necesario cambio de comprensión ante estas visiones
limitadas habría que empezar por el reconocimiento fundamental de que lo
social es complejo y mutable, por lo que la prudencia y la
contrastación deberían presidir toda concepción e intervención política.
Aunque
resulten menos nítidas y dejen más a las claras sus naturaleza
provisional, sólo con visiones más panorámicas de la versátil condición
humana, de las variadas dinámicas de las sociedades y sus grupos y de
los múltiples contextos de la injusticia, la iniquidad y el expolio
hegemónicos; sólo reconociendo, en cada ámbito, los abusos impuestos y
la necedades interiorizadas, podremos escapar de las mayores
incoherencias.
Si la cuestión de la justicia social trata de que, en conjunto, los seres humanos nos emancipemos de las tiranías, haciendo prevalecer, frente a la opresión, la libertad; frente a la explotación, la igualdad; y frente a la alienación, la fraternidad, no deberíamos continuar considerando que “los fines justifican los medios” o que “los enemigos de mis enemigos, amigos míos son”: vengan de donde vengan, están de más los iluminados que tratan a los otros como meros obstáculos a eliminar o como simples útiles para sus pretendidos fines superiores. Los seres humanos no somos los medios de lo social, sino su sentido.
Especialmente en estos tiempos en los que, tras décadas de embrutecimiento cívico, las élites del poder autoritario pretenden imponernos una involución antidemocrática, es crucial organizar una respuesta general hecha de confluencias e inclusiones, de resistencias y de propuestas comunes. Actuar de buena fe será imprescindible, pero sin conciencia crítica volveremos a la paradoja de pretender la liberación integral reprimiendo la pluralidad de sus caminos, de pugnar por la igualdad de las dignidades con métodos uniformadores y de aspirar a la fraternidad general con medios cainitas.
Xavier Aparici Gisbert. Filósofo y Secretario de Redes Ciudadanas de Solidaridad.
http://bienvenidosapantopia.blogspot.com.
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