Psicografías
Flores del Faneque
“No inventamos nada”
Se canta lo que se pierde, pero también se pierde lo que no se canta. Venimos de los romances y de las improvisaciones de nuestros antepasados. Se cantaba faenando en la mar o recogiendo papas en el campo. Cuando se le pone música a la palabra, todo lo que se vive perdura en nuestra memoria. Somos la música que lleva el perfume de un primer amor o los ojos de alguien que seguimos reconociendo entre las sombras del tiempo. Hace años, esos romances pasaban de padres a hijos y todos jugaban coreando las mismas cantinelas. Los más viejos todavía guardan los restos de esa memoria, pero hemos ido perdiendo saberes y creencias populares que jamás recuperaremos. Por eso resulta impagable cualquier trabajo que recopile ese pasado más remoto. Sin esa salvaguarda, poco a poco nos iríamos aproximando a nuestro propio naufragio. Porque olvidar es naufragar y perder toda la sabiduría de quienes aprendieron a sobrevivir mucho antes que nosotros.
Escribo todo esto tras leer y escuchar el libro Flores del Faneque en el que José Antonio García Álamo recupera el cancionero popular de Agaete. Cuenta con unas bellas ilustraciones de Pepe Dámaso y con una cuidadísima edición de Maximiano Trapero. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un libro. Recoge decenas de romances, nombretes, palabras olvidadas, remedios caseros, dialectos y onomásticas agaeteras. Llegué al libro a través de mi profesora de Literatura, María Teresa Ojeda. Siempre he dicho que soy escritor por las profesoras y profesores de Literatura que se cruzaron en mi camino; pero sin duda fue María Teresa la que despertó mi vocación literaria. Casi treinta años después, tengo la suerte de seguir contando con su sapiencia y sus recomendaciones. Y, como siempre, acertó con Flores del Faneque. El libro viene acompañado de un CD en el que García Álamo interpreta de una forma magistral ochenta y seis temas vinculados al pasado de la villa marinera. Tengo ancestros de Agaete, y por tanto lo primero que pensé fue en cuántos antepasados de los que ni siquiera tengo noticia cantarían esos romances salvados de la quema insensible del olvido. El libro ha contado con una edición casi de coleccionista, y desde aquí hago votos para que pueda ser reeditado cuanto antes. No inventamos nada. En el arte ya hay una sentencia que recuerda que todo lo que no es plagio es tradición. A mi generación le llegaron algunas de esas canciones, pero la mayoría solo se hubieran quedado en el eco de los barrancos. Al final no hacemos más que contar o cantar lo que otros ya contaron o cantaron antes. En cada copla de esos romances se estaban escribiendo las letras que luego hemos ido combinando nosotros. La escritura no es más que una música que nos vamos repitiendo toda la vida para no desorientarnos.
CICLOTIMIAS
La poesía es el único mar que queda para fondear ausencias
Escribo todo esto tras leer y escuchar el libro Flores del Faneque en el que José Antonio García Álamo recupera el cancionero popular de Agaete. Cuenta con unas bellas ilustraciones de Pepe Dámaso y con una cuidadísima edición de Maximiano Trapero. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un libro. Recoge decenas de romances, nombretes, palabras olvidadas, remedios caseros, dialectos y onomásticas agaeteras. Llegué al libro a través de mi profesora de Literatura, María Teresa Ojeda. Siempre he dicho que soy escritor por las profesoras y profesores de Literatura que se cruzaron en mi camino; pero sin duda fue María Teresa la que despertó mi vocación literaria. Casi treinta años después, tengo la suerte de seguir contando con su sapiencia y sus recomendaciones. Y, como siempre, acertó con Flores del Faneque. El libro viene acompañado de un CD en el que García Álamo interpreta de una forma magistral ochenta y seis temas vinculados al pasado de la villa marinera. Tengo ancestros de Agaete, y por tanto lo primero que pensé fue en cuántos antepasados de los que ni siquiera tengo noticia cantarían esos romances salvados de la quema insensible del olvido. El libro ha contado con una edición casi de coleccionista, y desde aquí hago votos para que pueda ser reeditado cuanto antes. No inventamos nada. En el arte ya hay una sentencia que recuerda que todo lo que no es plagio es tradición. A mi generación le llegaron algunas de esas canciones, pero la mayoría solo se hubieran quedado en el eco de los barrancos. Al final no hacemos más que contar o cantar lo que otros ya contaron o cantaron antes. En cada copla de esos romances se estaban escribiendo las letras que luego hemos ido combinando nosotros. La escritura no es más que una música que nos vamos repitiendo toda la vida para no desorientarnos.
CICLOTIMIAS
La poesía es el único mar que queda para fondear ausencias
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.









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