Psicografías
La calle
Kraus universalizó el nombre de Tejeda”
La ciudad es la calle que reconoce nuestros pasos y también todas las otras calles que hemos ido transitando a lo largo de nuestra vida. Cada uno de nosotros visualiza su propia ciudad, y en ella se cruzan las avenidas y los callejones de todos los lugares que hemos ido habitando. Está la calle de la ciudad natal por la que íbamos al colegio, la larga avenida que conducía a la universidad, el callejón de los primeros escarceos amorosos y las aceras que reconocen nuestros pasos apresurados camino del trabajo o de una cita más o menos importante. Cada una de esas vías se identificaba con un nombre de santo, de artista, de político o de personaje de otros tiempos. Y la memoria de ese nombre conserva también el recuerdo de cada una de nuestras andanzas y de quienes entonces compartían su vida con nosotros. Un nombre de una calle no es asunto baladí porque ese nombre se termina confundiendo con nuestro propio pasado. Casi nunca podemos elegir; pero a mí me gustaría vivir alguna vez en una calle que se llamara Alfredo Kraus.
Hablo de Alfredo Kraus porque el próximo 11 de septiembre le quitarán la calle que tiene en Tejeda. Lo ha decidido el ayuntamiento cumbrero y, por lo que cuentan, lo ratifica la mayoría del pueblo. En fin. No niego los méritos del sacerdote que sustituirá en la placa al gran tenor canario, e incluso entendería la decisión si en Tejeda hubiera solo una calle, pero lo que me parece inconcebible es la deslealtad y la falta de respeto a la memoria y al buen hacer que otros, antes, supieron reconocer. Opino que Pérez Galdós, Manuel Millares y Alfredo Kraus son los tres grancanarios más universales, pero ni siquiera eso le ha podido salvar al tenor de ese oprobio vergonzante. Tampoco respetaron el otro día el bastón de Néstor Álamo en la escultura que honra su memoria en Vegueta. Parece que componer e interpretar la canción con la que más nos identificamos los grancanarios no merece ningún respeto. A veces nos merecemos lo que nos pasa por indolentes y por desagradecidos. Alfredo Kraus universalizó el nombre de Tejeda y logró que sonara en Nueva York, en Tokio, en Buenos Aires o en Sydney cada vez que alguien escuchaba algunas de sus interpretaciones de Sombras del Nublo. Pues bien, el pueblo al que nombra y al que ha hecho famoso en todo el planeta no tiene pudor alguno a la hora de sacarlo de su callejero. Rememoro a Kraus emocionado cuando inauguraban el auditorio que lleva su nombre en Las Palmas de Gran Canaria. Acababa de morir su mujer y no dejaba de llorar cada dos por tres. Recuerdo que nos decía a los periodistas que cubríamos aquel acto que el reconocimiento de su gente le estaba haciendo vivir uno de los días más felices de su vida. Menos mal que no verá cómo retiran la placa de su calle en Tejeda.
CICLOTIMIAS
Los zapatos guardan los rastros de todos nuestros caminos.
La ciudad es la calle que reconoce nuestros pasos y también todas las otras calles que hemos ido transitando a lo largo de nuestra vida. Cada uno de nosotros visualiza su propia ciudad, y en ella se cruzan las avenidas y los callejones de todos los lugares que hemos ido habitando. Está la calle de la ciudad natal por la que íbamos al colegio, la larga avenida que conducía a la universidad, el callejón de los primeros escarceos amorosos y las aceras que reconocen nuestros pasos apresurados camino del trabajo o de una cita más o menos importante. Cada una de esas vías se identificaba con un nombre de santo, de artista, de político o de personaje de otros tiempos. Y la memoria de ese nombre conserva también el recuerdo de cada una de nuestras andanzas y de quienes entonces compartían su vida con nosotros. Un nombre de una calle no es asunto baladí porque ese nombre se termina confundiendo con nuestro propio pasado. Casi nunca podemos elegir; pero a mí me gustaría vivir alguna vez en una calle que se llamara Alfredo Kraus.
Hablo de Alfredo Kraus porque el próximo 11 de septiembre le quitarán la calle que tiene en Tejeda. Lo ha decidido el ayuntamiento cumbrero y, por lo que cuentan, lo ratifica la mayoría del pueblo. En fin. No niego los méritos del sacerdote que sustituirá en la placa al gran tenor canario, e incluso entendería la decisión si en Tejeda hubiera solo una calle, pero lo que me parece inconcebible es la deslealtad y la falta de respeto a la memoria y al buen hacer que otros, antes, supieron reconocer. Opino que Pérez Galdós, Manuel Millares y Alfredo Kraus son los tres grancanarios más universales, pero ni siquiera eso le ha podido salvar al tenor de ese oprobio vergonzante. Tampoco respetaron el otro día el bastón de Néstor Álamo en la escultura que honra su memoria en Vegueta. Parece que componer e interpretar la canción con la que más nos identificamos los grancanarios no merece ningún respeto. A veces nos merecemos lo que nos pasa por indolentes y por desagradecidos. Alfredo Kraus universalizó el nombre de Tejeda y logró que sonara en Nueva York, en Tokio, en Buenos Aires o en Sydney cada vez que alguien escuchaba algunas de sus interpretaciones de Sombras del Nublo. Pues bien, el pueblo al que nombra y al que ha hecho famoso en todo el planeta no tiene pudor alguno a la hora de sacarlo de su callejero. Rememoro a Kraus emocionado cuando inauguraban el auditorio que lleva su nombre en Las Palmas de Gran Canaria. Acababa de morir su mujer y no dejaba de llorar cada dos por tres. Recuerdo que nos decía a los periodistas que cubríamos aquel acto que el reconocimiento de su gente le estaba haciendo vivir uno de los días más felices de su vida. Menos mal que no verá cómo retiran la placa de su calle en Tejeda.
CICLOTIMIAS
Los zapatos guardan los rastros de todos nuestros caminos.
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.








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