No nos olvidamos
“El mayor deseo de estos padres es encontrar a sus seres queridos, sea como sea, y estén como estén, para salir de la incertidumbre que padecen en sus vidas cotidianas, en las que no pueden olvidar ni dejar de pensar. Saber qué les pasó, por qué, y dónde están”
Sigue siendo un misterio la desaparición de los niños Sara Morales y Yeremi Vargas, que tenían 14 y 7 años, respectivamente, cuando ocurrieron estos hechos. Como si la tierra se los hubiese tragado. No dudo de que haya habido investigaciones policiales a fondo. Pero, hasta ahora, han sido un auténtico fracaso. Ningún indicio a la vista. La incertidumbre de sus padres continuará y les consumirá toda su vida. A no ser que haya un giro en la investigación, un milagro y aparezcan de algún modo. Nadie puede explicarse que puedan desaparecer dos personas sin dejar rastro en una isla tan pequeña como esta.
Sobre los motivos de tales secuestros caben cientos de conjeturas. Secuestro, asesinato, venta de órganos, trata de seres humanos. Cualquier cosa pudo suceder y esperemos que estos casos no pasen a engrosar esa larga lista de misteriosas desapariciones que se producen en España, y en el mundo, por supuesto. En la Península Ibérica el número de desapariciones desde 1990 asciende a 104 personas.
Los padres y familiares de niños desaparecidos no habrán dejado de pensar sobre el destino de sus hijos, sin perder nunca la esperanza de que algún día aparezcan. “El mayor deseo de estos padres es encontrar a sus seres queridos, sea como sea, y estén como estén, para salir de la incertidumbre que padecen en sus vidas cotidianas, en las que no pueden olvidar ni dejar de pensar. Saber qué les pasó, porqué, y dónde están”- como escribía el periodista Antonio Mansilla.
Desgraciadamente hoy tenemos en el mundo a gentes capaces de realizar los actos más crueles y terribles del mundo. Y es una realidad que también tipos de este calibre pueden vivir en nuestra isla, en nuestra localidad, o en nuestra misma calle. Quizás la persona de la que menos sospechamos es capaz de cometer cualquier barbaridad que nunca hubiésemos imaginado.
Pero la misteriosa desaparición de estos niños me trae a la memoria otras desapariciones aún no resueltas. En primer lugar la de Jesús Francisco Caballero Alonso, que desapareció en Granada el 25 de febrero de 2.006, el mismo año en el que aconteció la misteriosa desaparición de Sara. ¿Y por qué menciono aquí a Caballero Alonso?. Pues por la sencilla razón de que se trata de alguien que fue alumno mío en el colegio Islas Canarias, de Las Palmas de Gran Canaria. Su madre, Francisca Alonso, natural de una localidad del sur de esta isla, fue también colega mía en el citado centro y nos apreciábamos bastante.
El padre de Jesús es médico y vive en Granada. Francisca Alonso solicitó después traslado a esa ciudad y se marchó allí con sus hijos Jesús y Esther. El varón estudió la carrera de ingeniero de caminos. En el momento de su desaparición, Jesús contaba t34 años y trabajaba en Málaga. El día de su desaparición salió para Granada a ver a sus familiares y amigos. Había pasado el día con su hija de cuatro años, y sobre las 7,30 la dejó con su madre y se fue a tomar una coca-cola con un amigo en el pub Puertolano. Posteriormente se trasladaron al bar Capitán Morgan. Un amigo suyo quedó en recogerle en su casa sobre las 23,30. A las 20,30 Jesús se despidió de su amigo anterior y salió en su coche, hacia la casa de su madre, que en auto está cinco minutos desde el punto en que partió. Pero de Jesús nunca más se supo desde entonces. Sin embargo, su coche, un Golf- TDI, apareció tres meses más tarde en una calle de Málaga, cerrado y estacionado correctamente.
Como es natural, tanto su madre, Paquita Alonso (como solíamos llamarla) y Esther viven cada día con la incertidumbre de cual fue el motivo de la desaparición de Jesús; si está vivo o muerto, y esperando, como decía antes, de que ocurra el milagro de verlo asomar algún día.
Pero no quería terminar sin mencionar el extraño caso de la desaparición de la niña inglesa, Madeleine Mc Cann, en la localidad portuguesa de Praia da Luz. Es una población que cuenta con una pequeña playa y está rodeada de bosques de pino. Muy cercana se encuentra la ciudad de Lagos, conocida por sus islotes rocosos, cerca de la playa, y grutas marinas de aguas cristalinas.
La desaparición de Madeleine Mc Cann ocurrió la noche del 3 de mayo de 2.007.
La niña, con sus padres, Kate y Gerry Mc Cann (ambos médicos) y sus gemelos de dos años Sean y Amelie, disfrutaban de unas vacaciones, junto a unos amigos, en el complejo Ocean Blue, perteneciente al turoperador inglés Mark Werner. Esa noche decidieron cenar con unos amigos en el restaurante del complejo, situado a 70 metros del apartamento que ocupaban. Parece que cuando esto ocurría dejaban a los tres niños solos en su habitación, pero antes les daban unos somníferos para que se durmieran y quedasen tranquilos. Los padres, en sus primeras declaraciones, dijeron que de vez en cuando daban una vuelta para ver cómo seguían. En una de esas salidas se percataron que Madeleine no se encontraba en su cama. Empezó una búsqueda que continua hasta hoy. No hay indicios de su paradero, aunque hubo personas que indicaron que la habían visto en diferentes puntos de España,, en Marruecos, en Portugal, y hasta en la India. La policía portuguesa investigó desde un principio, y el inspector de la Policía Judiciaria, Gonçalo Amaral, que incluso llegó a sospechar de los propios padres. Creían que la niña sufrió un accidente y que los padres trataron de ocultarlo, haciendo desaparecer su cuerpo. Señaló que existían bastantes contradicciones y un comportamiento poco claro. Declaró que era una actitud poco responsable dejar a unos niños tan pequeños solos,en vez utilizar el servicio de guardería del establecimiento, mientras sus padres lo pasaban bien. También vinieron agentes ingleses para investigar paro tampoco sacaron nada en limpio. Amaral fue cesado la pero escribió después un libro titulado “La verdad de la mentira”, de gran éxito editorial, donde afirmaba que los padres eran sospechosos.
Hubo una búsqueda internacional y una campaña dirigida por los padres de Madeleine, incluso fueron recibidos por el Papa (dada la condición de católicos de los progenitores) pero sin resultado alguno. Hay que tener en cuenta que el padre de Gerry Mac Cann es hijo de un miembro del Parlamento británico. Misterio que sigue, y máxime cuando un conocido pederasta inglés, que se encontraba en Praia da Luz, cuando desapareció la niña, contó antes de morir, a un sobrino suyo, que la niña había sido secuestrada por unos nómadas que acampaban cerca de la citada localidad y que la habían vendido para ser adoptada. No se sabe si es cierto o no. Existen muchas contradicciones, tanto por parte de los padres de Madeleine, como de la misma policía. Desde un principio se sabía que ambas policías involucradas en la investigación utilizaban metodoloías diferentes. La prensa inglesa criticó a los investigadores portugueses, pero también ésta lanzaba críticas contra la británica.
Sobre los motivos de tales secuestros caben cientos de conjeturas. Secuestro, asesinato, venta de órganos, trata de seres humanos. Cualquier cosa pudo suceder y esperemos que estos casos no pasen a engrosar esa larga lista de misteriosas desapariciones que se producen en España, y en el mundo, por supuesto. En la Península Ibérica el número de desapariciones desde 1990 asciende a 104 personas.
Los padres y familiares de niños desaparecidos no habrán dejado de pensar sobre el destino de sus hijos, sin perder nunca la esperanza de que algún día aparezcan. “El mayor deseo de estos padres es encontrar a sus seres queridos, sea como sea, y estén como estén, para salir de la incertidumbre que padecen en sus vidas cotidianas, en las que no pueden olvidar ni dejar de pensar. Saber qué les pasó, porqué, y dónde están”- como escribía el periodista Antonio Mansilla.
Desgraciadamente hoy tenemos en el mundo a gentes capaces de realizar los actos más crueles y terribles del mundo. Y es una realidad que también tipos de este calibre pueden vivir en nuestra isla, en nuestra localidad, o en nuestra misma calle. Quizás la persona de la que menos sospechamos es capaz de cometer cualquier barbaridad que nunca hubiésemos imaginado.
Pero la misteriosa desaparición de estos niños me trae a la memoria otras desapariciones aún no resueltas. En primer lugar la de Jesús Francisco Caballero Alonso, que desapareció en Granada el 25 de febrero de 2.006, el mismo año en el que aconteció la misteriosa desaparición de Sara. ¿Y por qué menciono aquí a Caballero Alonso?. Pues por la sencilla razón de que se trata de alguien que fue alumno mío en el colegio Islas Canarias, de Las Palmas de Gran Canaria. Su madre, Francisca Alonso, natural de una localidad del sur de esta isla, fue también colega mía en el citado centro y nos apreciábamos bastante.
El padre de Jesús es médico y vive en Granada. Francisca Alonso solicitó después traslado a esa ciudad y se marchó allí con sus hijos Jesús y Esther. El varón estudió la carrera de ingeniero de caminos. En el momento de su desaparición, Jesús contaba t34 años y trabajaba en Málaga. El día de su desaparición salió para Granada a ver a sus familiares y amigos. Había pasado el día con su hija de cuatro años, y sobre las 7,30 la dejó con su madre y se fue a tomar una coca-cola con un amigo en el pub Puertolano. Posteriormente se trasladaron al bar Capitán Morgan. Un amigo suyo quedó en recogerle en su casa sobre las 23,30. A las 20,30 Jesús se despidió de su amigo anterior y salió en su coche, hacia la casa de su madre, que en auto está cinco minutos desde el punto en que partió. Pero de Jesús nunca más se supo desde entonces. Sin embargo, su coche, un Golf- TDI, apareció tres meses más tarde en una calle de Málaga, cerrado y estacionado correctamente.
Como es natural, tanto su madre, Paquita Alonso (como solíamos llamarla) y Esther viven cada día con la incertidumbre de cual fue el motivo de la desaparición de Jesús; si está vivo o muerto, y esperando, como decía antes, de que ocurra el milagro de verlo asomar algún día.
Pero no quería terminar sin mencionar el extraño caso de la desaparición de la niña inglesa, Madeleine Mc Cann, en la localidad portuguesa de Praia da Luz. Es una población que cuenta con una pequeña playa y está rodeada de bosques de pino. Muy cercana se encuentra la ciudad de Lagos, conocida por sus islotes rocosos, cerca de la playa, y grutas marinas de aguas cristalinas.
La desaparición de Madeleine Mc Cann ocurrió la noche del 3 de mayo de 2.007.
La niña, con sus padres, Kate y Gerry Mc Cann (ambos médicos) y sus gemelos de dos años Sean y Amelie, disfrutaban de unas vacaciones, junto a unos amigos, en el complejo Ocean Blue, perteneciente al turoperador inglés Mark Werner. Esa noche decidieron cenar con unos amigos en el restaurante del complejo, situado a 70 metros del apartamento que ocupaban. Parece que cuando esto ocurría dejaban a los tres niños solos en su habitación, pero antes les daban unos somníferos para que se durmieran y quedasen tranquilos. Los padres, en sus primeras declaraciones, dijeron que de vez en cuando daban una vuelta para ver cómo seguían. En una de esas salidas se percataron que Madeleine no se encontraba en su cama. Empezó una búsqueda que continua hasta hoy. No hay indicios de su paradero, aunque hubo personas que indicaron que la habían visto en diferentes puntos de España,, en Marruecos, en Portugal, y hasta en la India. La policía portuguesa investigó desde un principio, y el inspector de la Policía Judiciaria, Gonçalo Amaral, que incluso llegó a sospechar de los propios padres. Creían que la niña sufrió un accidente y que los padres trataron de ocultarlo, haciendo desaparecer su cuerpo. Señaló que existían bastantes contradicciones y un comportamiento poco claro. Declaró que era una actitud poco responsable dejar a unos niños tan pequeños solos,en vez utilizar el servicio de guardería del establecimiento, mientras sus padres lo pasaban bien. También vinieron agentes ingleses para investigar paro tampoco sacaron nada en limpio. Amaral fue cesado la pero escribió después un libro titulado “La verdad de la mentira”, de gran éxito editorial, donde afirmaba que los padres eran sospechosos.
Hubo una búsqueda internacional y una campaña dirigida por los padres de Madeleine, incluso fueron recibidos por el Papa (dada la condición de católicos de los progenitores) pero sin resultado alguno. Hay que tener en cuenta que el padre de Gerry Mac Cann es hijo de un miembro del Parlamento británico. Misterio que sigue, y máxime cuando un conocido pederasta inglés, que se encontraba en Praia da Luz, cuando desapareció la niña, contó antes de morir, a un sobrino suyo, que la niña había sido secuestrada por unos nómadas que acampaban cerca de la citada localidad y que la habían vendido para ser adoptada. No se sabe si es cierto o no. Existen muchas contradicciones, tanto por parte de los padres de Madeleine, como de la misma policía. Desde un principio se sabía que ambas policías involucradas en la investigación utilizaban metodoloías diferentes. La prensa inglesa criticó a los investigadores portugueses, pero también ésta lanzaba críticas contra la británica.
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.








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