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JOSÉ M. BALBUENA CASTELLANO

Impactos veraniegos

JOSÉ M. BALBUENA CASTELLANO Lunes, 15 de Agosto de 2011 Tiempo de lectura:

Que si era extremista cristiano, xenófobo y anti-islamista. Incluso se llegó a decir que era masón

Este verano ha habido una serie de noticias realmente impactantes. La última quizás haya  sido la de la masacre que realizó en Noruega el joven de 32 años Anders Behring  Breivik.  Una persona fría, calculadora y obsesa que organizó su propio safari en la pequeña isla de Utoya,  en la que  las piezas a cazar eran seres humanos, jóvenes entre 14 y 18 años que estaban empezando a disfrutar  de la vida. Esta islita, situada en el lago Tyrifjorden,  que tiene apenas 520 metros de largo y 330 de ancho, podría haber sido fácilmente el escenario de una cuento de hadas y sin embargo, se convirtió, de la mano de un loco, en el centro de una tragedia traumática e inolvidable. Pero, como aperitivo, este individuo ya había realizado en  la capital noruega,  un atentado con el resultado de siete  muertos y numerosos heridos, que fue como una especie de maniobra de distracción. El pequeño tamaño de la isla, que se convirtió en una ratonera, y el retraso de la ayuda policial,  favoreció su increíble matanza. Pudo haber sido mayor.  porque Behring gritaba que iba a matarlos a todos, y allí había nada menos que 560 jóvenes, militantes del partido gubernamental. Mató a este vivero de futuros políticos, por el “ delito”   de que el gobierno  había permitido la entrada de muchos extranjeros.

Las etiquetas que le han puesto encima al asesino  no nos valen. Que si era extremista cristiano, xenófobo y anti-islamista. Incluso se llegó a decir que era masón, cuando lo cierto es que la masonería nunca ha sido violenta, sino al revés: preconiza la hermandad, la solidaridad, la comprensión y la tolerancia. Posiblemente las ideas de Behring -como todas las extremistas y fanáticas- hayan influido en la determinación que le llevó a cometer esta barbaridad. Pero me temo que  más parece la obra de un desequilibrado que de una persona cuerda, y por tanto, es posible que no tuviera ninguna conexión con algún tipo de organización extremista, o de otros cómplices para cometer sus asesinatos.  Ya se verá. Además,  parece una incoherencia que las víctimas de ese acto criminal hayan sido sus propios compatriotas y no extranjeros o musulmanes a los que odiaba.
A lo largo de la historia hemos visto que ha habido locos buenos, incapaces de hacer daño,  y locos perversos,  diabólicos  y crueles, responsables de infinidad de tropelías. Entre los locos malignos, y en ocasiones bastante inteligentes,  se encuentran Nerón, Calígula, Enrique VIII,  o Hitler, por poner algunos ejemplos,  y una interminable lista de seres que más les hubiese valido no haber nacido por el sufrimiento que causaron. Lo que sucede es que este Anders Behring, había pasado como una persona educada, culta, tranquila  y sin atisbos  que presagiaran que poseía una doble personalidad en la que guardaba un peligroso  germen de violencia.

 Y en contraposición a este aislado y lamentable hecho que ha producido consternación en Noruega y en todo el mundo, ahí tenemos los últimos  tiroteos en Estados Unidos, nada extraño en  país donde la violencia es un hecho habitual, facilitada aún más por el hecho por la permisividad en el uso de armas de fuego, o de cualquier otro tipo. No es raro, pues, que cuando en USA a alguien se le cruzan los cables termine realizando  matanzas horribles. Es una nación que se ha hecho casi exclusivamente con violencia, con usurpaciones, con genocidios, con invasiones injustificadas e intervencionismos  y,  ya se sabe, de lo que se siembra se recoge.

La otra noticia impactante, bajo mi punto de vista,  ha sido el anuncio de la hambruna que asola a Somalia, uno de esos países africanos que no existen, que viven en una continua guerra, que, debido a esa situación, apenas pueden producir los alimentos necesarios para una población que se ve obligada a vivir en campos de refugiados (donde al menos comen) o a sobrevivir como puedan, en unas tierras resecas y arrasadas. Las imágenes de niños famélicos y desnutridos, de mayores aterrorizados por los efectos de las guerras y el hambre, son impresionantes. Es importante la ayuda internacional, pero una ayuda organizada, bien a través de ONG, de la Cruz Roja, y nunca a través de dirigentes y políticos corruptos. Debe existir una garantía de que esas aportaciones voluntarias llegarán al destino adecuado. A pesar de nuestra crisis económica, con nuestra pérdida de empleos, con la desaparición, o casi, de nuestros estado de bienestar, y de  una economía capitalista en quiebra, la situación de Somalia y de otros lugares de África, es mucho peor que la nuestra.
 Podríamos referirnos a otras cuestiones que también impactan, como por ejemplo el contínuo desgranar de muertes que tienen que ver con la violencia de género en este país; o del tráfico de personas, no sólo adultas sino también de niños y niñas, destinados a llevar una vida de esclavos, o para  la explotación sexual. El otro día escuchaba las declaraciones de un escritor español que había ido a Filipinas a documentarse para su obras más reciente y aseguraba que allí es posible que te vendan  jovencitas, menores de edad, por 500 euros. O sea, te  la puedes llevar como un “souvenir” más del país.
 También, me llama la atención el drama  de los saharauis, de nuestros vecinos más inmediatos. Un país invadido por una fuerza brutal y despótica, que priva a sus habitantes de su libertad y encima los maltrata. Unas familias que viven dispersas, unos bajo el tórrido calor veraniego de Tinduf,  (o frío gélido en invierno) o en una Sahara ocupado donde solo los que muestran sumisión al tirano Mohamed VI pueden vivir tranquilos y con bienestar (que supone sólo un 10 por ciento de la población autóctona). Otros residen en Mauritania, en Canarias o en cualquier otro sitio de España, o del mundo. Es una auténtica tragedia e injusticia  que no exista una autoridad mundial que defienda los intereses de la población saharaui ni evite el expolio de sus riquezas.

Por otro lado,  espero que los famosos “indignados”, que parece que van en aumento, logren mejorar esta democracia tan imperfecta y descafeinada que nos están ofreciendo en nuestro país.

Observo que las cosas en el ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana están cambiando. Espero que sea para bien y que no decaiga. Ahora, lo que no me parece  acertado  es que Marco Aurelio le eche la culpa a nuestra querida  ”panza de burro”  de los ruidos y molestias en la zona turística. Contra los desmanes de gente irresponsable  está la aplicación de la ley y de las normas vigentes. Y en eso hay que ser intransigente.

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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