
Durante la semana pasada, el Paseo de Triana, no es muy seguro si a esa vía peatonal aún se le puede seguir llamado calle, se llenó con cuatro grandes esculturas, mega esculturas por su enorme tamaño, del artista grancanario Martín Chirino. La curiosidad de la gente que ha ido a verlas ha sido notable, y mucha gente se ha querido fotografiar teniéndolas como fondo o como marco. Tal vez podría ser una idea a considerar por el nuevo alcalde, si fuera factible y no introdujera dificultades o servidumbres a los servicios de la zona, el conseguir que esas obras sean cedidas por sus propietarios y dejarlas allí de forma permanente, como un espacio artístico al aire libre y en una zona emblemática de la capital.
La primera de ellas, o la última según se vaya o se venga por Triana, es la enorme espiral o hélice que estaba ubicada en el Llano de las Brujas, en la autovía del centro, que por cierto adquirió Álvarez Cascos cuando era Ministro de Fomento. Sin pretender hacer una crítica de arte, es una curiosa espiral que acaba no siéndolo. Si se parte del centro, a partir de la quinta vuelta, el trazo se eleva hacia el cielo para caer otra vez a tierra al culminar la sexta espira. Igual le sucede a la que está en una de las azoteas del Parlamento de Canarias en Santa Cruz de Tenerife, aunque esa circunstancia, el ombliguismo autonómico, no es cosa extraña ni anómala entre la clase política local. Tal vez sea por eso mismo que esta escultura es muy adecuada en el plano simbólico. Porque, además, también se puede ver al revés: transitar de lo grande a lo pequeño. La estrechez de miras y los intereses espurios pueden acotar las ideas, el altruísmo y los sentimientos hasta dejarlos reducidos a un puntito miserable.
“Las Raíces”, el “Mediterráneo sobre Maspalomas” y el “Pensador”, completan la exposición y la pequeña muestra, en cantidad que no en calidad, de la gran obra de ese escultor canario y universal que es Martín Chirino. Sin la menor duda, su “Lady Harimaguada” es otro de los iconos indisolublemente unido a la imagen de Las Palmas de Gran Canaria.
Como esta muestra de arte se ha montado para causar buena impresión al jurado para la concesión de la Capital Europea de la Cultura 2016, las farolas se han llenado de carteles con frases más o menos ingeniosas, algunas francamente cursis, bajo el título genérico de “una flor… un deseo”. En muchos casos es difícil de entender muy bien qué quieren expresar en relación con este asunto concreto y recuerdan las frases inconexas de Mr. Chance, el de la película protagonizada por Peter Sellers. Muchas de ellas, dejando aparte las escritas en inglés (¿por qué no también en francés o en alemán?), reflejan el mismo tipo de obviedades generales que sueltan las participantes en un concurso de mises, por ejemplo, cuando les piden expresar un deseo: “que haya paz en el mundo”, repiten como un eslogan o una fórmula de cortesía sin contenido real, similar al “buenos días” que mandaban las reglas de urbanidad, cuando estas aún regían como normas de buena educación y respeto al conciudadano.
Curioso deseo, tal vez de un tipo de “cultura” diferente a la que imagino se pretende promocionar y promover para Las Palmas de Gran Canaria 2016, es quien desea “ir a trabajar todos los días en su bici”… y hacerlo “respirando un aire limpio”, añade otro cartel escrito en inglés para que lo entiendan los turistas, que como es bien sabido son los que van a trabajar en bicicleta en esta ciudad. Sólo les falta redactar los textos en azul, dado que la Tierra es de ese color y no verde, por más que se empeñen muchos ecologistas. Con tales argumentos, ciudades como París, Londres, Tokio o Nueva Cork jamás podrán ser candidatas y seguirán sumidas en la incultura secular por culpa de su contaminación atmosférica.
Sea como fuere, quisiera hacer unas preguntas a quien corresponda, pero que sepa, pueda y quiera contestarlas: ¿Quién paga todo este despliegue de la exposición y la cartelería? Si se financia en todo o en parte con dinero público, ¿cuánto es el importe, incluyendo transportes, montajes y desmontajes, seguros y vigilancia, agasajos, cócteles y restaurantes, regalos y recuerdos, etc.?
Mientras montaban las esculturas en Triana, tuve el gusto de saludar a una concejal del anterior equipo de gobierno, a la que tengo en alta estima, y preguntarle por estas cuestiones crematísticas tan básicas en época de crisis y de cinturones apretados. Una especie de comisaria política que estaba con ella, al menos ejerció como tal durante la conversación, me espetó que antes de opinar debía de informarme y que el gasto corría a cargo de los empresarios. Y precisamente, siguiendo su recomendación, eso trato de hacer aquí y ahora, pidiendo que faciliten información pública a los ciudadanos, transparencia creo que la llaman.
No me cabe duda de que estos eventos, y otras muchas cosas más, las abonan los empresarios. Aunque lo que no es tan seguro en estos casos es que lo hagan ellos directamente y no lo pegue el ayuntamiento con el dinero de impuestos y tasas que previamente les han cobrado. Al fin y al cabo es cierto que siempre pagan los empresarios, y los ciudadanos en general, pero no es realmente lo mismo que lo haga Juana que su hermana.
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