Una vez más nos lo tomamos con la habitual bufonada a la que ya nos tiene acostumbrado este divertido y eventual personaje de la Administración, simpático él como ninguno, y hasta nos mostramos comprensivos por las limitaciones que le han sido otorgadas los caprichos de la naturaleza. Lo decimos totalmente en serio, sin acritud alguna, créannos. Nos lo contaron, cuando ya lo habíamos visto y confirmamos que no se trataba de un espejismo. La pleitesía ridícula que realizó al presidente regional es una de esas acciones que registramos en nuestro libro de anécdotas como una acción insólita, que lidera el mismo personaje y nadie entendió. Durante la visita del presidente del Gobierno al municipio este miércoles, Paulino con su habitual carisma saludó a los presentes de manera habitual (estrechando la mano, alguna palmadita o besos sin relevancia) hasta que el de siempre, el de los goles, el de la emoción, el destacable en sentido inverso en cualquier acontecimiento, no se le ocurrió otra cosa que hacerle una reverencia a Rivero con inclinación de cabeza y tronco incluida acompañada de una leve flexión de las extremidades inferiores para sorpresa del personal. No nos queremos imaginar qué hubiese pasado en una situación similar pero con algún representante de la Familia Real, por eso recomendamos el repaso completo a los manuales protocolarios para evitar situaciones en la que, la vergüenza la pasamos otros.







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