Tal como se comentaba en la anterior entrega de este relato, uno de los atractivos turísticos más importantes de la península de Dakhla, se encuentra viajando hacia el norte desde la ciudad, por una carretera recta, como trazada con una regla y un tiralíneas. Allí llegan desde muchas partes del mundo personas de todas las edades, entusiastas de la pesca y, sobre todo, de los deportes náuticos como el surf (practicado en la costa oeste, abierta al Océano Atlántico), el windsurf y el deporte rey de aquellas tierras: el katesurf. No es por casualidad que, entre otras grandes figuras de este deporte, la “Dakhla Kitesurf School” fuera creada y gestionada por Aurelia Herpin, campeona del mundo en el 2006 en la modalidad de velocidad.
Si se ha alquilado un vehículo todo terreno, tipo 4x4, apetece salirse de vez en cuando de la carretera, acercarse hasta la orilla cercana campo a través y caminar por esas inmensas playas solitarias. Se puede ir disfrutando del mar y de la costa, bien rodando hacia el este o hacia el oeste, ya que esa zona de Río de Oro donde se encuentra la ciudad de Dakhla es una península alargada y estrecha que va de norte a sur.
A medida que sube hacia el norte por la inmensa bahía, de unos 50 km de larga por unos 10 de ancha, los excursionistas o los deportistas ávidos de aventuras en el mar advierten cómo el viento va subiendo en intensidad. Cada vez es más frecuente ver jaimas aisladas o en pequeños grupos, así como algunos campamentos improvisados, que van creciendo en número a medida que se va llegando al fondo de la bahía, lugar donde están ubicadas las escuelas de katesuf y los campings más grandes, de momento, porque se multiplican día a día al ritmo de la demanda y las necesidades.
Hay mucha gente, sobre todo la sana juventud intrépida, que prefiere pasar unos días en las cómodas y frescas jaimas o tiendas de campaña. Es muy útil y práctico contratar los servicios de saharauis que sirvan de guías y atiendan la logística. Puedo afirmar, y afirmo, que los pinchos morunos, (por cierto que nunca ha sido mejor llamado este tipo de preparación), preparados al aire libre por esos nativos están de rechupete. Cuando se sale del agua y llega el olorcillo de esos asaderos, los jugos gástricos hacen de las suyas… Pero si olor es irresistible, la vista y el gusto no se quedan atrás, hasta el oído se “sulivella” con el crepitar de las carnes y mariscos sobre las ascuas pareciendo gritar ¡cómeme, cómeme, estoy riquísimo!
Estando allí, es aconsejable visitar la inmensa y misteriosa “Duna Blanca”, de una arena muy fina y clara, que parece flotar sobre el rizado mar, pero que al subir la marea se convierte en una isla. No está exenta de vida como pudiera suponerse a primera vista, está repleta de un tipo peculiar de cangrejos con una sola e inmensa pinza, deambulando de un lado para otro sobre la gran llanura que aparece cuando baja la marea. Desconozco su nombre científico, pero la antigua chiquillería de hijos de españoles que vivían en Villa Cisneros antes de la salida de España de aquellas tierras, los llamaban “bocas” y los había, y sigue habiendo, por miles.
Pero los cangrejos no son los únicos que disfrutan de tanta belleza salvaje, también se pueden admirar bandadas de flamencos rojos que van y vienen según las temporadas. Resultan majestuosos cuando inician juntos el vuelo estirando sus largas patas y sus largos cuellos. No pueden faltar tampoco allí las omnipresentes gaviotas, menos aún con la abundancia y variedad de pescados que les sirven de alimento.
En esa zona que parece encantarle también los delfines y ballenas, es donde mejor se practica el kitesurf porque es posible encontrar todo tipo de vientos y de aguas. En la laguna interior el agua es plana y el fondo bajo y visible, lo que hace que sea ideal para realizar perfectos vuelos, perfeccionar el estilo libre y practicar saltos imposibles en dar en otros lugares. El viento térmico en Dakhla, alimentado por el calor del Sahara, sopla durante todo el año entre 17 y 35 nudos, con un promedio de 25, y es más fuerte en los meses de verano. La temperatura del aire varía poco a lo largo del año y se sitúa en torno a los 28º. El agua suele estar a una temperatura agradable, oscilando entre los 18 y 20º. Para los que quieren iniciarse en este deporte y para los expertos, se puede afirmar rotundamente que la Península de Dakhla es un lugar privilegiado que se beneficia de los vientos cálidos del NNE que soplan entre fuerza 4 – 7. Más detalles técnicos pueden encontrarse en decenas de páginas en Internet que promocionan este espacio natural tan apto para el deporte y la aventura. Como muestra, los dos anuncios que aparecen en las fotos adjuntas.
Cabe destacar que en esas zonas desérticas ya no existe un problema de agua dulce para el aseo personal o para otros usos sanitarios, alimentarios o de ocio. Si bien en los años anteriores a 1962, la antigua Villa Cisneros se abastecía de agua potable con barcos cisternas que llegaban desde Gran Canaria, en esos asuntos siempre esta isla ha sido solidaria con las necesidades ajenas, a partir de ese año las prospecciones petrolíferas americanas y después los geólogos españoles descubrieron una inmensa bolsa de agua subterránea que hoy abastece toda la región sin problemas de suministro. Los que por entonces vivían allí aún recuerdan las enormes fiestas con que se celebró ese descubrimiento. Y recuerdan una en particular a la que asistió el Ministro de la Presidencia de aquella época, el Almirante Carrero Blanco en 1962.
Es evidente que el potencial turístico de la península de Dakhla, en lo referente al turismo deportivo y de aventura o de ocio, a la vez que de convivencia con la naturaleza salvaje, es enorme y las realidades se van materializando día a día a medida que las compañías aéreas multiplican su oferta de plazas hacia este destino. Todo eso en un lugar extraño, donde se mezcla el mar con el gran desierto, hermoso y sobrecogedor al la vez. Al menos por una vez en su vida, ¡no dejen de visitarlo, les sorprenderá y les cautivará para siempre!







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